Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
LEVANTA LA MIRADA
Cuando vamos a comer, hay una monja que se encarga de pasar una bandeja con el pan. Va por cada sitio y cada una se corta el trozo que quiere.
Últimamente hay tres barras distintas: integral, chapata y normal, por lo que cada una va cogiendo de una diferente según su gusto o necesidad.
Ayer, la monja que se encarga de repartir el pan, estaba pasando la bandeja, y me impresionó mucho ver que, entre una monja y otra, iba moviendo las barras. Llegó donde una y le puso la barra integral delante; llegó donde otra, y la barra normal... Así con todas, alternando las barras. También al llegar a mi sitio lo hizo y me sorprendió un montón, pues atinó con el pan que iba a coger.
Pensé en esta monja un buen rato: en lugar de mirar a las barras de pan, mira a la persona que tiene delante y, con un pequeño gesto, dice mucho.
En el trabajo muchas veces miramos aquello que tenemos entre las manos: el teclado del ordenador, el caso que nos toca defender, la cabeza a peinar... ¿y si levantamos la mirada?
Mirar a las personas, descubrir qué les gusta, cómo son... habla de Amor, habla de una mirada diferente. Hay gestos pequeños que van directos al corazón de las personas.
Cuando levantamos la mirada para servir, el corazón se ensancha y dejamos que el otro entre. Cuando Cristo entra en tu día te cambia la mirada, y hace que tu trabajo se convierta en servicio, en un acto de amor.
Hoy el reto del amor es que levantes la mirada y te adelantes a la hora de servir. Sirve un café a tu compañero de trabajo como le guste (¿con leche, descafeinado...?), o cocina la comida favorita de la persona con la que vayas a comer. Hoy en tu trabajo no vivas "un día más", mira con la mirada de Cristo y te sorprenderás.