Juan Sebastián Bach, sin duda alguna uno de los compositores más grandes de la historia de la música, se quedó ciego después de haber perdido siete hijos.
Escribió y compuso un Coral de gran serenidad en el que tantas almas han apagado ávidamente su sed.
El texto escrito por Bach habla, confiesa, canta, hace un acto de fe pública y proclama que su esperanza, su consuelo y su alegría es el Señor Jesús.
Concretamente en Coral de la Cantata 147, compuesta el año 1716, para el 4º domingo de Adviento, y que fue interpretada por primera vez el 2 de julio de 1723, en la fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel, escribió:
— «Jesús, es mi alegría;
— »Jesús es mi consuelo;
— »Jesús es la savia que alimenta mi corazón.
— »Jesús me preserva de todo sufrimiento, de todo mal;
— »Jesús es la fuerza de mi vida;
— »Jesús es mi gozo, mi contento, mi júbilo.
— »Jesús es la luz de mis ojos;
— »Jesús es el tesoro de mi alma;
— »Jesús es el deleite y la alegría de mi espíritu.
— »Por todo eso: no dejo que Jesús salga de mi corazón;
— »Por todo eso: no dejo que Jesús salga de mi mente, ni de mi semblante, ni de mi vida.»
El consuelo, la paz, la fuerza, el gozo, el contento, la alegría... que emanan de Jesucristo... son el gigantesco secreto de los cristianos, de los que creen que Jesús es el Señor.
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.