Acabamos una semana de festejos en la ciudad de Granada, nuestra semana grande, en honor del Corpus Christi, como en otros municipios españoles.
Empezaba sin embargo la semana con polémica. Muchos probablemente la habrán seguido. Y es que el fin de semana anterior, la comunidad musulmana granadina se reunía, con motivo del fin del Ramadán, para orar juntos y romper el ayuno, en los jardines del Triunfo. El Triunfo, para ser exactos, de María en su Inmaculada Concepción, imagen que en lo alto de una columna, preside los hermosos jardines. La comunidad musulmana hacía esta celebración con el beneplácito y felicitación explícita del Ayuntamiento de la ciudad.
Aquí va un enlace a la noticia, del diario Ideal:
http://www.ideal.es/granada/201706/12/polemica-ramadan-triunfo-granada-20170612112842.html
Tras estos hechos, un grupo de fieles hacía un llamamiento al rezo del Santo Rosario en la misma plaza, justo el martes siguiente, como acto de desagravio. El Arzobispo de Granada desautorizaba dicho acto en los siguientes términos:
https://www.archidiocesisgranada.es/index.php/noticias/nota-del-arzobispo-de-granada-2
Decir que, tras dicha nota, le han llovido las críticas al Arzobispo, es quedarse corto. Muy corto. Dos días después, el pasado jueves, la procesión del Corpus Christi volvió a brillar en las calles granadinas.
Quien bien me conoce sabe que la defensa de mi fe católica, y de mi país y su historia, no es para mí algo negociable. Ojalá por siempre podamos celebrar en Granada el 2 de enero, día de la toma de la ciudad por los Reyes Católicos.
Soy también consciente de que hay una serie de hechos deleznables que, en mayor o menor medida, ya se vienen sucediendo como ataque a nuestra fe católica. A saber:
Cuando imágenes como la referida de la Inmaculada son atacadas. Cuando el cuerpo de Dios, en el pan consagrado, es ultrajado. Cuando se nos impida hacer manifestaciones públicas de nuestra fe. Cuando se ridiculizan nuestras creencias. Cuando se nos discrimina, e incluso persigue, por las mismas. Y una larga lista.
Cada vez que en nuestro país se produzca un hecho así, cuenten conmigo para denunciarlo. Pero esta no era la ocasión. Es más, teniendo en cuenta que vivimos en un Estado democrático, no confesional, si se alza la voz por una concentración de oración y celebración de otra confesión, pacífica, que no contraprograma ningún otro acto, ¿con qué autoridad pueden defenderse luego los derechos de la fe propia?
Que sí, que cientos de miles de cristianos no pueden orar con libertad en países de mayoría musulmana. Que incluso no es que no puedan vivir su fe, sino que son masacrados por ella. Pero las normas que nos hemos dado a nosotros mismos en este país han de valer para todos. Si no, toda injusticia podría quedar justificada. Además, pagarles con la misma moneda, con la que se usa en países dictatoriales, no parece el camino, por más que el temor a la islamización de Europa sea algo patente y latente. Por no hablar de que el ojo por ojo y diente por diente es propio de otras confesiones, no de la católica. Ojalá ante este temor nuestro país, Europa entera, despertase a su olvidado origen cristiano; no como una mera tradición que mantiene nuestras costumbres populares, sino desde la experiencia real de Jesucristo vivo, que toca y transforma las vidas, dando más convicción, fuerza y certeza que cualquiera que venga de fuera.
Por otra parte, se puede interpretar como una torpeza del Ayuntamiento, o incluso provocación, el lugar escogido. Tratándose de políticos, vaya usted a saber; ambas cosas van comúnmente de la mano. Mas yo les digo: si van a reunirse para rezar, ojalá todos los musulmanes lo hagan siempre bajo la atenta mirada de María Inmaculada. Lo firmo ahora mismo.
Por eso no puedo estar más de acuerdo con la nota del Arzobispo. Lo que sí he de reconocer es que me sorprende que, después de tantos años en Granada, sea tanta la gente que no lo conoce. Qué equivocados están quienes le acusan de actuar para congraciarse con unos u otros. Qué lejos de la verdad quien piense que va a tomar una decisión pensando en el qué dirán, sí tendrá una mayoría respaldándole, o si estará solo. Los que le aplaudían en polémicas de antaño hoy le escupen. Y viceversa. Si algo he aprendido de Él es que siempre, siempre, actuará en conciencia ante Dios, procurando lo mejor para su diócesis, para el pueblo que le ha sido encomendado. Aunque haya tanta oveja que haya echado colmillos y le muerda la mano. De lo contrario, y de esto estoy también seguro, su vida habría sido y sería mucho más fácil de lo que es.
Es una triste contradicción encontrar las redes sociales llenas de cristianos que vomitan bilis contra sus pastores, incluso contra el Papa Francisco. No entender las cosas es lícito. Mas el irrespetuoso ataque no es precisamente el rebosante fruto de un corazón orante. Encontrándome frecuentemente que en dichos ataques se amenaza a los pastores con el inminente juicio divino, les diría a quienes los hacen que los vilipendios vertidos seguro que, en algún lugar, dejan profunda huella…