VATICANO, 13 Jun. 17 / 03:23 pm ().- Conocer y entablar amistad con un monje moribundo fue lo que inspiró al Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los , Cardenal Robert Sarah, a escribir su último libro acerca del poder del silencio en la cristiana.
El libro “La fuerza del silencio: Contra la dictadura del rumor”, publicado en octubre de 2016, describe la naturaleza del catolicismo a través de su experiencia personal.
El Papa Emérito , que escribió el prólogo del libro en la de 2017, afirmó que con el Cardenal Sarah “la liturgia está en buenas manos”, y resaltó que él “nos enseña el silencio, a ser silenciosos con Jesús, nos enseña la verdadera quietud interior y, de esta forma, nos ayuda a captar la palabra del Señor de nuevo”.
En la introducción del libro, escrita por el periodista francés Nicolas Diat, se describe el momento que explica la decisión del Purpurado de “dedicar un libro al silencio”.
Este momento se produjo al conocer el 25 de octubre de 2014 a un joven monje, el hermano Vicente María de la Resurrección, en la Abadía de Lagrasse (Francia) que estaba muriendo lentamente de esclerosis múltiple y ya no podía hablar.
El Cardenal reconoció allí “un alma ardiente, un santo oculto, un gran amigo de Dios que solo podía levantar la mirada hacia el Cardenal y contemplarlo con firmeza, ternura y amor”.
Cuando el Purpurado regresó a Roma llamaba a menudo al hermano Vicente, y mientras le hablaba, el monje enfermo escuchaba en silencio.
Antes de fallecer el domingo 10 de abril de 2016, el hermano Vicente pasó sus últimos meses orando constantemente por el Cardenal Sarah.
Diat añadió en el libro las enigmáticas frases: “Los monjes que cuidaron al Hermano están seguros de que permaneció vivo durante unos meses adicionales para proteger mejor a Robert Sarah. El hermano Vicente sabía que los lobos estaban acechando, que su amigo lo necesitaba, que contaba con él”.
“El encuentro con el hermano Vicente fue un fragmento de la eternidad. Nunca dudamos de la importancia de cada uno de los minutos que pasamos con él. El silencio hizo posible elevar cada sentimiento hacia el estado más perfecto. Cuando era necesario abandonar la abadía, sabíamos que el silencio de Vincent nos haría más fuertes para enfrentar los ruidos del mundo”, continuó el periodista.
Finalmente, Diat comentó que “esta amistad nació en silencio y creció en silencio”, y que el libro “nunca pudo haber existido sin el Hermano Vicente (quien) nos mostró que el silencio, en tiempos en que la enfermedad lo había sumergido, le permitió entrar cada vez más profundamente en la verdad de las cosas”.
Los hermanos de comunidad en la abadía de Lagrasse recuerdan que el hermano Vicente María “se convirtió en un ejemplo de oración perpetua y de abandono alegre en las manos del Señor”.
“Acogiendo a cada uno con su bella sonrisa, nunca dejó de rezar hasta el final y de ofrecer sus sufrimientos por las numerosas intenciones que todos venían –a veces desde lejos– a confiarle. Nunca escuchamos que se quejara”.
Después de varios años, recuerdan, “él repetía: no puedo hacer otra cosa además de rezar y sonreír”.
En los últimos meses, relatan, “ya no podía hablar y no dejaba de tener su en la mano”.
“Recibió los últimos sacramentos del padre abad, su madre y su hermana estuvieron providencialmente presentes, y pocos minutos después de que los hermanos de la comunidad se reunieran, entregó su alma a Dios” el 10 de abril de 2016.
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