Intentamos buscarlo, pero nada. Al final le dije que se fuera a descansar tranquila, que me quedarÃa leyendo en completo silencio y, si de verdad habÃa un ratón, se confiarÃa y saldrÃa de su escondite.
Era una avispa agonizando a los pies de mi escritorio. Me entró la risa mientras sentÃa que el miedo desaparecÃa por completo.
Muchas veces nos invade el miedo, ese sentimiento que nos paraliza y hace que ya todo gire en torno a ese peligro que sentimos. Y es que a nuestra cabeza le resulta fácil dar mil vueltas a las situaciones que nos preocupan, y llegamos a imaginarnos lo peor. E incluso muchas veces sufrimos por adelantado sólo imaginando lo que puede pasar, para luego darnos cuenta de que nada sucede como habÃamos imaginado.
El problema no está en sentir miedo, sino en imaginar más allá y no frenar la cabeza.
Contra el miedo sólo hay un antÃdoto: la confianza. Jesús nos dijo: "Yo estoy con vosotros todos los dÃas hasta el fin del mundo". Asà podemos vivir con la certeza de que Él cuida de nosotros, de que todo lo que nos ocurra está bajo su mirada de amor, y que nunca estaremos solos.