Llevo mucho tiempo, meses, repitiendo estas jaculatorias: “Tú lo sabes todo, sabes que te amo; pero te amo poco y quiero amarte más”; “Dame el amor con que quieres que te ame”; “Quiero amarte más y mejor”.
El otro día fui a confesarme y el sacerdote me dijo que no es que no rece, que no es tibieza, sino oscuridad y aridez. Y que existen la oración de gestos y deseos y la oración de conversación.¡No sé cuánto tiempo llevo rebozada en aridez y oscuridad!
A veces hago un esfuerzo de voluntad y voy a misa por amor, por lealtad, por fidelidad… y no me siento diferente, no noto nada por dentro, es un acto de fe.Y hoy estoy hablando con el Señor y mostrándole mi interior y tampoco siento nada diferente. ¡Pero quiero encenderme otra vez con el fuego del Espíritu!
Como dice la canción de Edén, “he probado la dulzura de tu amor”. Y vivo con nostalgia de ese amor desde hace mucho tiempo, me veo a mí misma caminando siempre hacia adelante en busca de un amor absoluto, pleno, real que he tocado con las manos y sé que está ahí pero que ahora se me oculta sin saber por qué.
Señor: ¿estás purificando mi corazón, filtrando impurezas para que mi amor no se vuelva egoísmo y búsqueda de mí misma? ¿Estás probando mi fidelidad? ¿Quieres ver si me canso de no sentir nada, si te abandono o por el contrario persevero?
Pues ya me ves, aquí sigo, fría, con un regusto amargo en el alma, con el corazón acorchado… pero pienso en ti muchas veces a lo largo del día, quiero estar contigo, te busco, te llamo, te digo que te quiero y que quiero amarte más, que deseo que mi corazón arda de amor por ti… Y esto día tras día, semana tras semana, durante meses y años.
Si voy a misa entre semana no es porque me sienta bien sino porque a ti te gusta, porque te amo, por darte gusto a ti.¡ Y porque lo necesito!
Si hago oración no es porque me dé un subidón místico y se me llene el corazón de gozo y consuelo, porque no me pasa, sino porque te amo y quiero acompañarte un rato.
Si me confieso no es porque sienta tu abrazo de perdón en mi alma, que se queda igual, sino porque me he portado mal contigo y lo que siento es vergüenza, y cuando ofendes a alguien lo que importa es lo que siente el ofendido, a quien hay que pedirle disculpas.
Y si comulgo no es porque me haga sentir mariposas en el estómago ni porque el alma se vuelva ligera como una pluma sino porque Tú dijiste que el pan era tu carne y el vino tu sangre, y que quien comiera de ese pan viviría para siempre.
Y yo creo en ti y creo que todas tus palabras son verdad y que la Eucaristía alimenta mi alma y la mantiene viva.
Te sigo amando no por lo que yo siento sino por lo que Tú dices y haces, porque yo creo en Ti.