¡Ay Señor, no sé por dónde empezar!
Como en la canción: “que estoy lejos, que estoy frío” (“Siempre tú, Señor”, Betsaida 1y2-Siempre tú, María). Quiero ser generosa contigo pero estoy muy apegada a mi comodidad, a mi pereza, a mi capricho, a mi “me apetece-no me apetece”.
Deseo ser tuya, darte mi corazón, hacerte el centro de mi vida, de todos mis días. Pero no hago oración, no leo la Biblia, no voy a misa a diario sino de vez en cuando… Me sé la teoría pero no la pongo en práctica.
Me temo que Jesús podría perfectamente señalarme con el dedo y decirme: “Farisea, hipócrita. Me alabas con los labios pero tu corazón está lejos de mí.”
Bueno señor, ahora estoy hablando contigo. Me siento avergonzada porque vengo a pedirte después de no hacerte ni caso durante meses. Así soy yo, ¡quién me ha visto y quién me ve! He estado encendida en tu amor como una brasa candente y ahora soy como ceniza: gris, fría, sin vida.
Si me acerco a ti podré volver a encenderme con el fuego de tu amor y transmitirlo a los demás, no como ahora que sólo transmito el vacío y la desgana que tengo dentro.
Estoy en la casilla 1, como cuando era pequeña y quería aprender a amarte, a tener intimidad contigo; tenía mucha ilusión y ponía todo mi empeño. Quería ser buena de verdad, no ofrecerte chapuzas y me esforzaba mucho por ser obediente, trabajadora, buena estudiante…
Así me veo ahora: en la casilla de salida. Pero cansada, desinflada, sin ilusión. Necesitada, eso sí: muy necesitada de ti de vaciarme de mis apegamientos, de mis egoísmos y comodidades, de mis malas inclinaciones, de mis pecados que a estas alturas de mi vida parecen más una extensión de mí misma a fuerza de caer en las mismas cosas una y otra vez.
Necesitada de que tú entres en mi corazón y lo vayas limpiando y sanando, iluminando y encendiendo, volviéndolo a la vida y al amor. ¡Sí, quiero!
Ahora lo importante es perseverar, seguir avanzando por el tablero y no rilarse aunque a veces caiga en el laberinto, en la posada o en la cárcel y, en vez de avanzar me quede atascada durante un tiempo.
Bueno, pues ¡a jugar!