La pareja de campesinos permanece en penumbra, mientras la luz ilumina tenuemente sus gestos y posturas, subrayando su actitud orante. De este modo consigue crear un profundo sentimiento de recogimiento. Al fondo se aprecia, iluminada por una luz dorada, una aldea en la que destaca la torre del campanario de la iglesia.
Lo que nadie podía sospechar es que la composición de “El Ángelus” actual no coincide plenamente con la primera composición que realizó Millet. Entra de nuevo en escena la figura de Salvador Dalí. El pintor de Figueras siempre manifestó haber percibido un halo de tristeza y muerte en el cuadro de Millet, algo que iba más allá de la diaria oración del Ángelus. Preguntaba a todos sus amigos y conocidos si también eran capaces de percibir esa atmosfera de óbito en la obra, pero nadie era capaz de percibir nada que no fuera una pareja de labriegos haciendo una pausa para rezar.
Esta obra llegó a obsesionar de tal manera a Dalí que decidió profundizar en su investigación. Consiguió, gracias a sus influencias, que el lienzo de Millet fuese analizado con rayos X y…. ¡apareció la sorpresa! Se descubrió un dibujo previo debajo del actual cesto de patatas: revelaba la forma de un pequeño féretro o canasto que parece contener el cadáver de un bebé de pocos meses, por cuya alma estarían rezando los campesinos.
Dalí confirmó su hipótesis cuando consiguió mantener una conversación con un amigo de Millet, el cual le confesó que el pintor francés en un primer momento había pintado el diminuto ataúd de un bebé. Debido a la mala acogida que tuvo por parte de las primeras personas a las que Millet enseñó su obra, decidió eliminar la carga dramática de la escena que causaba tal rechazo y optó por sustituir el pequeño féretro por un cesto de patatas.
¿Acertó en el cambio? En un principio podríamos pensar que sí, dado el gran éxito posterior que tuvo la obra, llegando a convertirse en un icono pictórico mundial. Nunca sabremos lo que habría pasado de haber mantenido su planteamiento original. Lo que sí es cierto es que, una vez conocida la historia de detrás del cuadro, es difícil mirar “El Ángelus” de la misma manera que antes, sin ver más allá de ese cesto de patatas, la tristeza de unos padres ante la muerte de su propio hijo y la Fe limpia y sencilla que en lugar de desesperación y amargura es capaz de transmitir sosiego y paz, más allá del dolor y de la muerte.
Para ampliar más la información sobre El Ángelus de Jean-François Millet podéis pinchar en el siguiente link que pertenece a mi otro blog Arquitectura y cristianismo: https://arquitecturaycristianismo.com/2015/09/14/el-angelus-de-jean-francois-millet/