San Martín cubrirá con la mitad de su capa a un pordiosero hallado en el camino tiritando de frío y oirá que Jesús le dice: «Martín, a mí me has cubierto con este vestido.»
En el compartir se encuentra la alegría.
San Gregorio Magno a menudo daba de comer a los pobres. Un día sirvió la comida a doce personas hambrientas. Después que hubieron comido... se percató de que a uno de ellos no lo había invitado. El pobre en cuestión le dedicó una amplia sonrisa de agradecimiento y... desapareció.
Su mente y su corazón quedó lleno de alegría.
Santa Isabel recogió en su misma cama a un pobre leproso. El rey, su esposo, enfadado, protestó vivamente... De pronto el rey ve al leproso mudado en un Crucificado sonriente... Después tomará la defensa de su generosa bienhechora.
Es el camino del bien que se transmuta en alegría.
San Jerónimo escribe sobre Fabiola:
«Carga sobre sus hombros a los infelices. Les lava sus inmundas llagas, venciendo toda suerte de repugnancias, porque en las de los pobres sabía que curaba las llagas del Salvador.»
Estaba en el camino de la perfecta alegría.
San Francisco de Asís, que sentía gran repugnancia ante los leprosos, un día se encuentra con uno. Baja del caballo. Le da dinero, comida... y le besa... Tanto San Buenaventura como Tomás de Celano en sus escritos dicen que, Francisco de nuevo montado a su caballo y apenas andados unos metros, ya no vio al leproso en la amplia y abierta llanura... Y con el corazón y el alma rebosantes de alegría se puso a cantar las alabanzas del Señor. Venciéndose a sí mismo y tratando al leproso como a Cristo...
Había encontrado la verdadera alegría.
San Vicente de Paúl el gran santo de la caridad, exhortaba: «debemos ver en el prójimo, sea cual fuere su condición, una imagen de Jesucristo; debemos servir a cada uno en Jesús, y a Jesús en cada uno».
Es el camino hacia la perfecta alegría.
Son las palabras indefectibles de Jesús:
«En verdad os digo: siempre que lo hicisteis con alguno de estos mis más pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis.»
Es el gozo, es la alegría. Será la vida eterna en Dios.
Hay una antigua sentencia que dice:
«Bene facere et laetari.»
(«Obra el bien... y serás alegre.»; «Haz el bien... y tendrás alegría.»)
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.