Hola, buenos dÃas, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz dÃa.
LLUEVE SOBRE MOJADO
TenÃamos las horas justas y mucho trabajo. Pero habÃa que regar.
Para no perder tiempo, sin ponerme la bata de huerta ni cambiarme de zapatillas, me dispuse a hacerlo. Encendà el grifo que alimenta la manguera y fui hacia los surcos donde están las plantas. Los tomates, sin problema; los puerros... Oh, oh, ¡se me estaban encharcando los pies!
Cuántas veces nos pasa que cogemos nuestra pequeña regadera pensando que podemos llegar a todo: a regar a nuestros amigos, a nuestra familia... Vemos el WhatsApp y hay una lista interminable de mensajes que contestar, nosotros no sabemos ni hacia dónde enchufar la manguera, y nos quejamos: "¡No me puedo partir!".
Terminamos mojados, embarrados, pues la manguera tiene un agujero en el que no hemos caÃdo o el barro que arrastra nos mancha, no podemos con ello... acabamos agotados y frustrados, pues no llegamos a todo. ¿Y lo peor de todo? ¡Que a las dos horas llueve! Siempre hay alguien que llega por ti, alguien que tiende una mano, que da una palabra.
Cristo es esa lluvia capaz de dar vida donde sientes que no hay, donde sientes que no llegas. Cuántas veces intentas llegar a tu hijo, a compañero o familiar, tratas de regarle con palabras y sientes que, al final, terminas tú embarrado y mojado, sin resultado.