San Anselmo, doctor de la Iglesia (10331109) fue abad de Bec y arzobispo de Canterbury. Autor de Proslogium, obra en la que expone el argumento ontológico y que aconseja a quien esté agobiado, apesadumbrado, nervioso, tenso por tantas y tantas cosas, que se libere de ellas, buscando ante todo a Dios. Dice:
«Anda, deja un momento las ocupaciones habituales.
— »Olvida los trabajos y las fatigas que te abruman.
— »Deja el tumulto de los pensamientos que te perturban.
— Entra un instante dentro de ti mismo, en tu interior.
— »Arroja fuera, lejos de ti, las preocupaciones agobiantes.
— »Aparta de ti tantas inquietudes que te apesadumbran.
— »Dedícate algún rato a Dios...
— »Descansa un momento en su presencia...
— »Busca en Él tu reposo, tu bien, tu alegría...
— »Arroja todo aquello que no sea Dios...
— »Pero no arrojes aquello que pueda ayudarte a encontrarle.
— »Así cerradas todas las puertas, ve en pos de Él.
— »Cierra primero los ojos; para abrirlos bien después.
— Di, pues, alma mía, di a Dios:
— “Busco tu rostro, Señor, anhelo ver tu rostro”.»
El libro de los Salmos (11,7) afirma:
«Sólo los corazones rectos contemplarán su rostro.»
Y el rostro de Dios nos liberará de tantas tensiones y congojas y nos ofrecerá el don de la paz, el don de la alegría.
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.