Ell sacerdote Gabriel Herrero Herrero (Castromonte, Valladolid, 1899). Un nombramiento que vulneró la ley en la que se apoyaba, por cuanto se hizo contra el criterio de la empresa, cuyo gerente era ya Fernando Altés Villanueva.
Pero, cuenta José Francisco Sánchez, el descabezamiento de El Norte no quedó ahí. «Un día después, el 27 de marzo, es removido de su cargo el subdirector, Martín Hernández González, también sacerdote. La empresa interpuso el recurso pertinente, pero el 20 de julio del mismo año, la Delegación Nacional ratificó la destitución de Hernández como subdirector, si bien le permitió permanecer en el periódico como redactor de cultos». Martín Hernández (Villanueva de Duero, Valladolid, 1982) había entrado en El Norte como redactor de cultos en 1931 y era subdirector desde abril de 1938.
Masones y comunistas
El control del Estado llegaría aún más lejos. El 6 de diciembre de 1943, los redactores Eduardo López Pérez y José García Rodríguez fueron separados de sus cargos, bajo el pretexto de que se hallaban sometidos al Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo. Para cubrir las vacantes, el 15 de enero de 1944 ingresó como redactor jefe otro hombre ajeno a la casa: Ángel de Pablos Chapado, que había sido redactor del ‘Diario Regional’. De Pablos, que en 1967 llegaría a ocupar la dirección del periódico, tenía, como casi todos los redactores de El Norte, otra profesión: era uno de los funcionarios encargados de ejercer la censura previa de la prensa de la Delegación Provincial de Educación Popular.
De esta forma, Gabriel Herrero, hombre del régimen, dirigía una redacción en la que se había renovado a la mitad de sus miembros y en la que solo quedaban dos periodistas de los que ejercían antes de la Guerra Civil: Carlos Rodríguez Díaz y Emilio Cerrillo de la Fuente. La empresa solo había podido colocar a un joven Miguel Delibes como redactor de segunda para tratar de compensar la ‘ocupación’ de El Norte por parte del Gobierno.
Gabriel Herrero Herrero, «antiguo jonista» según Altabella, había sido hasta entonces colaborador del diario ‘Libertad’. Dice su ficha de El Norte que este sacerdote nacido en Castromonte en 1899, hijo de Policarpo y Genoveva, que oficialmente entró en nómina el 1 de abril de 1943, recibió inicialmente un sueldo de mil pesetas por su cargo de director. Figura también en la ficha su carné de periodista, de 1950, con el número 1057.
Enfrentado a todos
La posición de Gabriel Herrero no fue cómoda durante los 15 años que estuvo al frente de El Norte. Sabía que la empresa no le quería y que le consideraban incompetente para dirigir El Norte. Es más, ostentó el cargo de director de forma interina hasta el 27 de noviembre de 1956, fecha en la que el ministerio accede a nombrar a Delibes redactor sustituto y, acaso como precaución, nombra a Herrero director en propiedad, aunque apenas ostentaría el cargo un par de años más. Para entonces, además, Delibes era ya subdirector y ejercía como jefe de redacción, lo que dejaba a Gabriel Herrero en una situación casi de desamparo.
En esa época ya habían menudeado los enfrentamientos con quien le relevaría al frente de la redacción en 1958. Pero, además, Gabriel Herrero tuvo también desencuentros con la Delegación Provincial de Información y Turismo.
En 1954, según José Francisco Sánchez, El Norte había sufrido cuatro severas amonestaciones. La primera lo fue «por haber destacado insuficientemente la conmemoración del Primero de Abril, aniversario de la Victoria». El periódico ‘solo’ había publicado una fotografía de Franco a dos columnas y un pequeño editorial, también a dos.
A favor de los agricultores
La segunda amonestación es mucho más significativa, por cuanto demostraría que, a pesar de ser un hombre del régimen, Gabriel Herrero habría mantenido algo del espíritu de El Norte al salir en defensa de los agricultores ante una ley de difícil cumplimiento para los hombres del campo. Se trata de un texto publicado en la primera página del 21 de abril de 1954, que Sánchez atribuye a Herrero, aunque no está firmado. En forma de editorial, aunque titulado con un anodino ‘Comentario’, hace referencia a una notificación enviada al parecer a numerosos agricultores que habrían faltado al artículo cuarto de una ley de noviembre de 1942.
«Una ley –dice el comentario– que casi todos ignorarían y tampoco saben por qué, después de más de once años, alguien se ha acordado de aplicar, para desventura de estos hombres que no quieren más que trabajar para producir. Por la citada disposición se ordena que el día 31 de marzo todas las tierras en pajas tienen que haber sido aradas. Como siempre, la intención legisladora es magnífica, loable. Pero el agricultor no puede en treinta días, o poco más, alzar todo el barbecho...». Y añade, tras hacer algunas consideraciones sobre el clima que «aquí, en nuestra Castilla y en León, no es posible cumplir el artículo cuarto de esta ley que se va a hacer famosa».
Para la prensa de la época aquello era poco menos que desacato y el periódico recibió una severa advertencia, mientras que la figura de Gabriel Herrero y su autoridad en la redacción podía ser cuestionada en la Delegación Provincial de Información y Turismo.
Despido tormentoso
Si la llegada de Herrero a El Norte de Castilla constituyó un verdadero descalabro para la empresa, al suponer la ocupación ideológica directa y desprestigiar el diario debido a su inexperiencia, la salida no fue tampoco discreta.
Ni Juan Aparicio, ni Juan Beneyto Pérez, que le sustituyó en 1957 como director general de Prensa, accedieron a los requerimientos de El Norte para sustituir a Herrero en la dirección. Fue Adolfo Muñoz Alonso, que asumió el cargo en enero de 1958, quien tras una visita a El Norte, donde atendió a los requerimientos de Fernando Altés y de los consejeros, firmó el 27 de marzo de ese mismo año la rescisión del contrato de Gabriel Herrero.
Pero a Gabriel Herrero ya le habían despedido, sin que surtiera efecto legal alguno, casi un año antes. Cuando Beneyto tomó posesión del cargo de delegado nacional de Prensa, El Norte le remitió un escrito proponiendo a Delibes como director. Sin esperar la respuesta, el consejo de El Norte, según José Francisco Sánchez, decidió en mayo de 1957 rescindir el contrato con Gabriel Herrero, y se lo comunicaron por escrito el 22 de ese mes.
«Herrero no lo acepta porque estima que su nombramiento no lo debe a la empresa, sino a la antigua Delegación Nacional de Prensa, por lo que consideraba que El Norte carecía de facultades para despedirle. Por supuesto, tampoco aceptó la indemnización acordada». Para entonces, Herrero apenas tenía autoridad en la redacción, pero aún estuvo casi un año antes de abandonarla.
Fuente:
http://canales.elnortedecastilla.es/150aniversario2/especial/1937personas.html