Sólo un 5 %

Hace unos años preparé un curso Alpha para jóvenes en mi parroquia de san Leopoldo. Nuestra sorpresa fue grande cuando vimos que a la primera cena acudían 50 jóvenes. Y mayor fue nuestra sorpresa cuando vimos que a la segunda acudieron apenas 8. Sólo 10 jóvenes hicieron el curso entero, y fue ciertamente una bendición para ellos, pero en mí generó desconcierto el hecho de que un porcentaje tan bajo acabase el curso.

Hace un par de días Tote Barrera, el responsable de Alpha España, nos comentó en un taller que mientras que en el mundo anglosajón los Alpha para jóvenes estaban teniendo mucho éxito, en España estaba sucediendo lo contrario: salvo pocas excepciones, la experiencia general era la misma que la que yo tuve: los jóvenes comenzaban, con entusiasmo y sorpresa, pero no continuaban las sesiones del curso. Tote (que es un gran conocedor de la psicología posmoderna) achacaba este hecho a la cultura española; quizá más bien, a la falta de cultura.

Youtube y los Youtubers
 
Eso me llevó inmediatamente a pensar qué clase de cultura estamos promoviendo en España entre los jóvenes. ¿A qué me refiero? En el mundo anglosajón, aún dentro de la cualidad líquida de esta generación, los jóvenes tienen inquietudes por lo nuevo, cierto interés por lo desconocido (como por la fe cristiana), e incluso se manifiestan en cierto punto emprendedores o exploradores del mundo. No hay más que ver el ingente número de videos de Youtube donde encontramos a jóvenes haciendo proezas físicas, o haciendo complejos covers de canciones modernas, o llevando al límite sus capacidades para superarse. Pero casi siempre jóvenes del ámbito anglosajón: Inglaterra, o Estados Unidos o Alemania. Sin embargo, los Youtubers españoles, en su mayoría, de dedican a hacer videos graciosos, a veces a costa de los demás, o videos grabándose mientras juegan a un videojuego, o críticas a otros videos de Youtube, o llevando a cabo retos que además fomentan la falta de respeto por uno mismo. Mayor es mi sorpresa cuando en el colegio pregunto a los adolescentes de primero o segundo de la ESO que qué quieren ser de mayores, y su respuesta es: “yo quiero ser Youtuber”.

Vivir la vida a través de una pantalla
 
Si bien es cierto que una de las características de las llamadas “generación Y” o “millenials” y “generación z” es que tienden a vivir la vida a través de una pantalla, no es menos cierto que estas generaciones, en España, no lo hacen desde la inquietud o la búsqueda, sino desde el mero aburrimiento. Es cierto que el genio español (y latino) es por su naturaleza más alegre, extrovertido, y es más capaz de quitar hierro a las cosas y relativizarlas; y estas son cualidades que no debemos perder. Pero también es cierto que el carácter español ha sido también emprendedor y arriesgado. Sin embargo, da la impresión de que nuestras jóvenes generaciones simplemente se sientan a ver pasar la vida de otros a través de una pantalla, mientras su propia vida se consume. Y vemos proliferar entre los jóvenes latinos y también españoles juegos virtuales, como la ballena azul, que incitan a realizarse cortes, llevar a cabo retos peligrosos, hasta acabar suicidándose, mientras todo es, por supuesto, fotografiado y subido a las redes sociales. Escandaloso. Hace poco un psicólogo me decía que la felicidad de las nuevas generaciones se mide por los "likes" que obtienen en las redes...

Un propósito
 
¿Qué les falta a nuestros jóvenes? No entraré en las causas que están llevando a los jóvenes españoles a esta falta de empuje e iniciativa, y de perseverancia, porque tendría que hablar de política, y entonces sería el cuento de nunca acabar. Además, yo no busco problemas sino para proponer soluciones. Necesitamos despertar en nuestros jóvenes la comprensión de que su vida tiene un propósito. Están aquí por algo y para algo, que si no realizan ellos, no realizará nadie en su lugar. Su vida, objetivamente, tiene un impacto sobre miles de vidas, y si ellos no existieran, las vidas de miles de personas serían diferentes. Y si dejan de llevar a cabo el propósito para el cual están en este mundo, nadie lo hará en su lugar. Necesitan encontrar ese propósito. Y ese propósito pasará siempre por sacar lo mejor de sí mismos, y ayudar a mejorar a los demás.

Un ideal
 
En relación a ese propósito, es necesario también que les propongamos un ideal. El ideal es la idea motriz que nos mueve, que nos tensa y nos pone en camino, sacándonos constantemente de nuestra zona de confort. El ideal, como expresa su mismo nombre, es ideal, y en cierto modo inalcanzable; por eso mismo nos tensa siempre hacia un “más” y no nos permite caer en el conformismo ni dejar de caminar. Siempre nos mueve a crecer, a seguir desarrollándonos, a no conformarnos con la vida ni con el mundo que nos rodea. Si el ideal no fuera ideal, al alcanzarlo, volveríamos a quedarnos parados… Por eso es fundamental volver a hablar a nuestros jóvenes del propósito y del ideal personal. Sólo esto es un motor que les moverá hacia la inquietud, hacia la verdad, hacia su propia realización. Cada uno de ellos debe descubrir su propósito, su vocación, y en relación a ella, establecer su ideal.

Una apasionante responsabilidad
 
Esto vale para todo joven, no sólo en relación a la fe. Sólo el deseo mueve hacia el conocimiento, sólo del deseo mueve hacia Dios. Una vez una adolescente me decía: “mi generación no se mueve por deseos, sino por impulsos”. ¡Increíble verdad! Por eso hemos de fomentar el deseo, el propósito, el ideal. Sólo así nuestros jóvenes se encontrarán a sí mismos, y sólo así nuestras iniciativas evangelizadoras podrán tener un eco en ellos. Sólo así lograremos que aparten sus ojos de las pantallas y miren la vida de frente, que puedan tomar conciencia de su poder para cambiar el mundo. Sólo así podrán descubrir, quizá, que Dios les ha pensado con un propósito, con una vocación, en la que se cifra su propia felicidad y la de muchos otros. Sólo así, quizá, nuestro mundo volverá a parecerles una apasionante responsabilidad.