Y ¿cómo podremos nosotros, muy queridos hijos, aumentar el fuego en el santo deseo? Poniendo la leña sobre el fuego. Pero ¿qué fuego? El recuerdo de los numerosos e infinitos favores de Dios, que son innombrables, y sobre todo el recuerdo de la sangre vertida por el Verbo, su Hijo único, para mostrarnos a nosotros el amor inefable que Dios nos tiene; recordando nosotros este favor y tantos otros, veremos aumentar nuestro amor. (Santa Catalina de Siena, Carta 301)
Este breve texto de Santa Catalina de Siena se puede utilizar para comparar la espiritualidad de la santa y la que recibimos como modelo actualmente. ¿Qué buscamos hoy en día? Satisfacción y placeres. No somos capaces de darnos cuenta de todo lo que Dios nos ha dado, porque creemos que lo hemos recibido merecidamente. Hoy en día nos dicen que es necesario estar alegres y pensamos que tenemos que poner cara de bobos con una sonrisa sin sentido. Pensamos que Dios es tan misericordioso, que le da igual todo lo que hagamos. Pensamos en vivir un cristianismo de etiqueta en la camisa y se nos olvida que el cristianismo conlleva padecer el dolor de cargar con la cruz que Dios nos ha dado. Pensamos que la vida de fe es una fiesta, un congreso, un show o una marcha y se nos olvida que negarnos a nosotros mismos nunca es nada de lo que he enunciado antes.
Como dice Santa Catalina “esforzaos siempre en avanzar de virtud en virtud” y todos sabemos que la virtud conlleva dureza, incomprensión y soledad. Quienes logran vivir en virtud, resultan insoportables para la sociedad, que les aparta a un lado de malas maneras. Cuando el mundo te aplaude, es que estas jugando al juego de ocultar en engaño de las apariencias y el marketing. Ahora que la Iglesia parece empeñada en evangelizar mediante estrategias empresariales, las palabras de los santos son más y más incómodas. Demos tiempo al tiempo. Las estrategias que se ponen en marcha hoy no van a cambiar nuestro gran problema: la falta de confianza en Dios y el exceso de optimismo depositado en nosotros mismos.