La cuestión de la muerte de la filósofa griega Hipatia a manos de un grupo de cristianos ha servido a los detractores de la Iglesia para señalar que fueron estos mismos cristianos quienes arrasaron la impresionante y valiosísima Biblioteca de Alejandría unas pocas décadas antes, supuestamente cumpliendo las órdenes del entonces arzobispo de Alejandría, Teófilo.
Fundada en el siglo III a.C., la Biblioteca de Alejandría fue una de las instituciones más importantes del mundo antiguo, con cientos de miles de pergaminos y textos. De modo que representaba un símbolo del conocimiento acumulado de civilizaciones diversas, desde la egipcia hasta la griega, y era un centro de estudio y aprendizaje que atraía a eruditos de todo el Mediterráneo. Así que, con la destrucción del principal centro de conocimiento del Imperio romano, algunos sostienen que el cristianismo ya tuvo vía libre parar poder ejercer su autoridad de manera más efectiva. Esta perspectiva forma parte de una línea argumental que apuesta por que los cristianos le tienen miedo al conocimiento, una visión que aún persiste en ciertos sectores donde se afirma que “La Iglesia oculta cosas”.
En contraste con la visión que presenta a los cristianos como contrarios al conocimiento, la mayoría de los historiadores reconoce que no hay pruebas contundentes de la quema de ninguna biblioteca por parte de ellos. Según James Hannam, historiador de la ciencia y doctor por la Universidad de Cambridge, solo hay un registro de un cronista que sugiere que los cristianos destruyeron una biblioteca, en concreto, la gran enciclopedia bizantina Suda en Antioquía (Siria). Pero, al tratarse de un único registro, no es suficiente para afirmar categóricamente que esto haya ocurrido.
En cuanto a la Biblioteca de Alejandría, tampoco existen evidencias de que los cristianos la hayan destruido. Hannam explica que fue deteriorándose progresivamente. Durante el siglo I, en tiempos de Julio César, se produjo una gran quema de libros en la ciudad. Además, posteriores saqueos y conflictos, como los ocurridos durante los reinados de Aureliano en el año 273 y Diocleciano en el 297, contribuyeron a su decadencia. Así, para cuando Hipatia vivía, la Biblioteca de Alejandría ya no existía o quedaba muy poco de ella, la cual, de haberse mantenido, podría haber sido definitivamente destruida por los musulmanes en el siglo VII, aunque esta última afirmación también está en debate.
Entonces, ¿de dónde proviene la acusación al arzobispo Teófilo de haber destruido la Biblioteca de Alejandría? Hannam señala que Teófilo ordenó la demolición del Serapeum de Alejandría en el 391 d.C., un santuario dedicado al dios Serapis que podría haber contenido una biblioteca más pequeña y diferente de la de Alejandría. Sin embargo, no existe ninguna prueba de que la biblioteca del Serapeum existiera cuando este fue derribado. La idea de que Teófilo destruyó la biblioteca del Separeum parece ser más bien una ficción originada en el siglo XVIII por el historiador británico Edward Gibbon en su obra “Historia de la decadencia y caída del Imperio romano”.