Puedes centrarte en eso... ¡o fijar tu atención en las cosas maravillosas que el Señor ha hecho en tu vida!
Es fácil olvidarse de esta parte, pero, cuando vives en acción de gracias, te brota la alabanza, la oración es un momento de asombro, de hacerte consciente del amor que el Señor te tiene, recuerdas ese momento del dÃa en que te ha regalado ser Su instrumento y has respondido... Sales alegre y feliz, ¡dispuesto a extender el amor que arde en tu corazón!
Puede que, con cualquiera de las dos posturas, salgas de la oración con los mismos objetivos, pero cambia mucho el motor, la perspectiva... la sonrisa.
Hoy el reto del amor es que hagas de tu oración una acción de gracias. Claro que habrás metido la pata y que hay cosas que mejorar, pero, ¿te fijas en ti... o en Él? Te invito a que, al llegar la noche, repases el dÃa junto a Cristo y le vayas dando gracias por los pequeños detalles, por las veces que Le has visto... ¡eso es lo que tienes que repetir mañana! ¡Feliz dÃa!