Peregrinos en la 8ª estación de la Vía Dolorosa, en Jerusalén.

8ª Estación: Jesús consolado por las mujeres
 
¿Por qué son siempre pocas las almas que consuelan, Jesús mío, tus penas y dolores, y muchas las que, pérfidas, renuevan tu cruz y tu pasión? Acaso porque quieres sufrir por los que amas: si no hubiera miserias en la tierra, no fuera a nuestros ojos tan bueno y compasivo tu amante Corazón. ¿Es que quieres acaso que tus amigos fieles se muevan, contemplando tus dolores, a afectos generosos de ardiente caridad? Yo quiero ser de aquellos que, en tu ascensión al Gólgota, te salen valerosos al encuentro, brindándote su pecho como escudo, sus manos como espadas, sus ojos como antorchas, su lengua como heraldo de tu amor.