Añ del Señor 2017
Lerma, 1 de abril
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
APOSTANDO POR JESÚS
Ha llegado hasta nosotras una preciosa historia que sucede cada siete días en nuestro monasterio. Se trata de una persona que viene desde lejos un día a la semana a celebrar la Eucaristía a las 8 de la mañana.
Nosotras habíamos notado que algo sucedía porque, o bien esperaba a comulgar y después se iba rápido, o bien se marchaba sin comulgar.
Hace unos días nos compartieron lo que ocurría: es una persona que trabaja en el instituto del pueblo y sus clases comienzan a las 8:30. Al vivir lejos, comparte transporte con otras personas, excepto un día a la semana. Ese día, viene en su coche y puede acercarse antes para llegar a Misa. Fue entonces cuando comprendí su prisa al dar su hora de empezar a trabajar.
Esta semana, he de reconocer que le miraba con un cariño diferente. Y me veía pendiente de que no se le hiciera la hora, de que le diera tiempo a comulgar, de que no tuviera que llegar tarde... y pasaban los minutos, y ya casi eran y media y no habíamos comulgado aún.
Pensé: "Se va a marchar sin poder comulgar", pero estaba tranquilo. Cuando llegó el momento, se acercó a comulgar y después, con un profundo respeto, se marchó rápidamente. Ya habían tocado y media.
Inmediatamente recordé algo que me había sucedido hace unos años.
En el colegio en el que estudié, los jueves nos invitaban a ir libremente a misa durante el recreo. Una de las veces que fui, no sé qué ocurrió (porque ahí sí que estaba el tiempo muy medido) pero se nos fue la hora y llegué tarde a la siguiente clase. Cuando entré, la profesora me dijo:
-Llegas tarde. Te quedas fuera. ¿Dónde estabas?
-Estaba en Misa.
Su cara se transformó y su gesto hacia mí cambió completamente.
-Vale, si es por eso, entonces no te preocupes, puedes sentarte.
Al recordar todo sentí la certeza de que esa persona iba a estar bien, que el Señor es su defensa y que, apostando por Él como lo hacía, todo le iba a reportar en bien.
Hoy el reto del Amor es apostar por el Señor. Si el Señor llena tu vida, si Él es tu Paz, tu descanso, tu alegría... no tengas miedo en salir por Él delante de los hombres. Tu gesto te abrirá los ojos para poder ver que Él siempre está a tu lado, que Él te cuida.
VIVE DE CRISTO
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