Estaba cantado. Munilla obispo de San Sebastián. Pastor de la Iglesia en Guipúzcoa.  No puedo menos que felicitar al Pueblo de Dios en aquella Comunidad tan querida por todos, y que tanta gloria ha dado a la Iglesia universal por sus santos y  misioneros.
                Del Obispo Munilla solo puedo hablar bien. Lo conocía por la voz y sus escritos. Es un colaborador habitual en los medios de comunicación. Sus charlas doctrinales en Radio María llegan al entendimiento y a la voluntad de muchísimos cristianos normales, los que están en sus casas, en sus trabajos, o circulan por la vía pública. Sabe mucho y enseña bien, porque habla con la cabeza y el corazón. ¿Qué más se le puede pedir a un Pastor?
                Tuve la oportunidad de conocerle en directo en Roma, con motivo del Primer Congreso Internacional de la Divina Misericordia celebrado en la Ciudad Eterna en abril de 2008. Fue el único Prelado que, junto al Cardenal Cañizares, nos representaba a todos los españoles. Presidió la Eucaristía para nosotros en la Iglesia Santuario de la Divina Misericordia, muy cerca del Vaticano. Todos estábamos pendiente de su homilía que, como siempre, llegaba al fondo del alma por su sencillez y, al mismo tiempo, profundidad doctrinal. Presidió distintas reuniones del numeroso grupo de habla hispana. Y el pueblo sencillo, descomplicado, que busca la Verdad sin adulteraciones, conectaba inmediatamente con él. Lo mismo nos ocurría con el cardenal de Viena Chistoph Schonbörn, que presidía el Congreso. Es el tipo de Pastor que hoy precisa la Iglesia: con la cabeza bien amueblada, cercano al pueblo, teólogo y catequista.
                Antes del verano pasado Mons. Munilla nos convocó en Madrid  a todos los que tenemos algo que ver con el Apostolado de la Divina Misericordia, con el fin de iniciar los trámites, en nombre de la Conferencia Episcopal, para constituir la Asociación Nacional del Apostolado de la Divina Misericordia. Fue una jornada entrañable, y todos ofrecimos nuestro apoyo para hacer realidad lo que Jesucristo nos reveló a través de Santa Faustina y Juan Pablo II.
                Por todo ello me alegro que la Iglesia le encomiende mayores responsabilidades, y que el pueblo guipuzcoano, en donde están las raíces de mis antepasados, goce de un Obispo como hoy necesita la Iglesia. No debemos mezclar las ideologías y los nacionalismos con el Reino de Cristo, que está dentro de nosotros mismos, como nos recuerda la solemnidad de Jesucristo Rey de Universo. Mons. Munilla es Obispo de la Iglesia Católica y, por tanto, universal.
 
Mons. Munilla, ¡felicidades! Donostiarras, que lo aprovecheis.
Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com