Sacerdotes conocidos. Comenzamos con don José La Plana Matheo [sobre estas líneas], natural de Puy de Cinca (Secastilla), que tuvo una gran devoción a la Virgen de Torreciudad. Se conservan datos de la Visita Pastoral que hizo al santuario cuando era vicario capitular, el 22 de julio de 1895. Era deán de la catedral, adonde iba la familia Escrivá a rezar y a misa los domingos y festivos. Se conocen, además, las relaciones comerciales que había entre el comercio de José Escrivá con la catedral, de venta de tejidos. Pasemos al sacerdote que bautizó a san Josemaría, don Ángel Malo Arcas, natural de Graus. Fue coadjutor de la catedral desde 1902, ecónomo posteriormente. Al igual que los de Secastilla, en Graus existía la devoción a la Virgen de Torreciudad. Citemos por último al párroco de San Francisco de Asís, don Mariano Fumanal Linés, natural de La Puebla de Castro. Recordemos que el prior de Torreciudad dependía, de alguna manera, del párroco de La Puebla de Castro. Cualquiera de ellos le pudo recomendar el acudir a la Virgen de Torreciudad.
[P. Roque Faci, y su libro sobre las imágenes aparecidas y halladas]
Abogada del mal de alferecía. Sigue en pie la pregunta de por qué José y Dolores rezaron a la advocación de Nuestra Señora de Torreciudad, en lugar de a Nuestra Señora de El Pueyo de Barbastro. La respuesta es bastante sencilla. Nuestra Señora de Torreciudad era, desde siglos, abogada contra el mal del corazón y alferecía. De ordinario se relaciona la alferecía con la epilepsia, pero para abreviar, diríamos que a la Virgen de Torreciudad se le solicitaban favores relacionados con las enfermedades de la cabeza, las enfermedades neurológicas.
[Ermita de Torreciudad y río Cinca]
Sabemos que en la familia Escrivá-Albás se rezó mucho por la curación de su hijo Josemaría, a la par que se ponían los medios médicos oportunos. Sabemos la devoción que tenían muchas personas a la Virgen de Torreciudad, de manera particular los del área circundante, entre los que se encontraban los de Fonz. Conocemos varios casos de personas de esa orilla del Cinca que padecieron enfermedades neurológicas, solicitaron un favor a la Virgen de Torreciudad y peregrinaron después en acción de gracias. El matrimonio Escrivá-Albás sería uno de ellos. Era un viaje que incluía un sentido penitencial claro, por lo duro del camino. La costumbre era, entonces, llegar el sábado por la tarde para rezar el rosario, cenar y dormir en la hospedería -el Casón-. La misa del domingo era a primera hora, debido al ayuno eucarístico. Muchos peregrinos aprovechaban esa romería para confesarse. Nada nos impide pensar que José y Dolores no lo hicieran, dado su comportamiento habitual. Sería en un fin de semana de abril del año 1905, dentro del Jubileo de la Inmaculada Concepción, cuando subirían para dar gracias por la curación de su hijo Josemaría y para ofrecerlo a la Virgen. Seguramente el lunes de Pascua, día en el que los de Barbastro suben al santuario de El Pueyo.
[José Escrivá y María Dolores Albás, padres de san Josemaría]
José Escrivá, el padre de familia. Una última reflexión: el matrimonio actuó unido en todo momento: enfermedad, curación, peregrinación a Torreciudad. Pero José Escrivá era el padre de familia. Además, los médicos eran (más) amigos de José Escrivá; la devoción era mayor en José, por su lugar de nacimiento. Es prácticamente seguro que José hubiera peregrinado con los de Fonz a Torreciudad. De hecho, él guió la expedición y la culminó con éxito, a pesar del momento y de que su esposa Dolores se hallaba embarazada de Asunción, que nacerá el 15 de agosto.