de marzo
Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¿ABSURDO?
El sábado por la mañana bajé a la huerta y Jubi se me acercó. De repente vi que de una de sus patas caían gotas de sangre. Pronto, ante la voz de alarma, llegaron los refuerzos, pues, lo que parecía insignificante, fue yendo cada vez a más. No paraba de sangrar.
Llamamos a la veterinaria y nos pidió que alguien se la acercase. ¿Acercarla? ¿Cómo?
La Priora dio la solución:
-¡Metedla en el carro de la compra!
Y así, tal como te estás imaginando la escena... o más pintoresca aún: todo el Noviciado intentando que Jubi se estuviese quieta en el carro, mientras la llevábamos hasta la puerta de nuestra huerta. Allí la recogieron y... ¡al veterinario!
Nos dijeron que de momento no había que dar puntos, pero que no podía pisar en la tierra ni correr, para que no se le abriese la herida, y había que hacerle curas a lo largo del día. Total, que alargamos una cuerda de forma que le permitiese llegar más o menos holgada a la mayor parte de los sitios sin que la pata corriese peligro... pero nada es suficiente para un perro que nunca se ha visto atado y tiene energía a raudales.
Parece que le duele, porque casi no se rebela, pero, cuando lo hace, ¿cómo le explicas que es por su bien, que no es un castigo, que de esa manera podrá cicatrizar la herida...? No se puede. Qué fácil se ve todo cuando se tiene una visión panorámica, cuando se entiende por qué ocurren las cosas, cuando se descubre que aquello que ata, aquello que parece absurdo, tiene sentido.
En nuestra vida nos encontramos en circunstancias absurdas: nos vemos subidos en un carro de la compra sin saber hacia dónde nos lleva la vida, o limitados por esa correa reflejada en la enfermedad o en la debilidad que no sabemos por qué nos ata y nos frena.
Cuántas cosas no entendemos o nos generan rebeldía, ¡queremos saltar desde el carro o romper las cadenas por las que nos sentimos atados! Sin embargo, la rebeldía no cambia las cosas, es más, nos lleva a la tristeza, y, en muchas ocasiones, a la desesperanza.
Cristo te mira con ternura, lleva con cariño ese carro contra el que te rebelas para que no te dañes más la pata; se sienta a tu lado para consolarte y darte fuerza en tu limitación. Es verdad que le habrás pedido tantas veces que te quite todo lo que te limita... y no entiendes por qué no lo hace. Él tiene la panorámica y no se separa de tu lado, sabe que no entiendes, que todo es difícil, pero Su mano está ahí para acariciarte, para consolarte y para que, confiado, puedas descansar en Sus brazos desde la certeza de que Él te cuida.
Hoy el reto del amor es que no te rebeles contra aquello que consideras absurdo en tu vida. Dile "Jesús, en ti confío" cuando sientas miedo o incertidumbre. Deja que Cristo te sostenga.
VIVE DE CRISTO