¿De quién es la vida?

Creo que el egoísmo y la ambición del hombre de nuestro tiempo ha llegado hasta el extremo inaudito de convertirse en dueño y señor de la vida. En el “supermercado” monstruoso de la compra-venta de seres humanos se ofertan todo tipo de “géneros”. Se encargan niños a la carta, se eliminan embriones, se comercializa con órganos corporales, se oferta el suicidio asistido (la eutanasia), se mata a seres humanos por encargo (está en alza la “profesión” de sicarios), se maltrata a la mujer, al marido, a los ancianos, a los deficientes físicos y psíquicos…  Toda una macabra fiebre por conseguir, como en el nazismo, la raza pura, la limpieza étnica, el prototipo ideal con el cual me puedo entender, puedo negociar… Me he encontrado con ancianos maltratados por sus parientes más cercanos que solo buscaban en ellos el dinero de la pensión, los ahorros, las pocas alhajas que podían adornar pobremente su cuerpo ya arrugado por los años. Y siempre la soledad, el olvido… la misma queja de siempre: ¡No vienen a verme!

            Pero yo quisiera centrarme en este artículo en un fenómeno, casi silencioso, que está minando la dignidad del ser humano. Me refiero al suicidio. En el suplemento dominical de ABC leía lo siguiente: El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España. Provoca más fallecimientos que los accidentes de tráfico, pero nadie habla de ello ni hay campaña de concienciación. El primer paso para prevenirlo es romper el tabú.

            Y la autora del trabajo se adentra en el tema y cita a casos reales de personas que tuvieron la terrible experiencia de una tentativa de suicidio. Cuenta el caso de una persona joven que a partir de la tremenda experiencia dice:  miro al futuro con el apoyo de los que me quieren de verdad. Y cuenta las consecuencias de un suicidio fallido: Al caer me estallaron todos los huesos del pie; mi pelvi quedó destrozada; y el fémur, el humero, el radio, fisuras en las costillas, erosión en el hígado y en el bazo. Creían que ya no volvería a caminar: pero tenía claro que saldría andando del hospital. Los médicos no se lo explican. Me siento orgullosa… no de lo que hice, pero sí de lo que he logrado. Mi cuerpo nunca será el de antes. He perdido cerca de cinco centímetros, diez kilos y mucha masa muscular. Era deportista.  Jugaba al futbol. Era muy buena… Pero eso es pasado. Miro hacia el futuro, no hacia atrás. Y lo más importante, con el apoyo de quien más me quiere.

            Es uno de los testimonios de aquellos que han buscado a la muerte, pero ha podido más la vida. No todos tienen la misma suerte. Gran parte de los que intentan el suicidio lo consiguen. Es un drama. Muchos seres humanos hoy no se sienten amados. La vida familiar y social le vuelven la espalda, y no encuentran más salida que desaparecer. Pero no debe ser así, no puede ser que el ser humano pierda las agarraderas del amor, de la amistad, de la comprensión… Hay remedio, hay salida. La vida es bella. Como dice el Libo de la Sabiduría: Dios es amigo de la vida. Siempre tenemos cerca la agarradera de la oración,  los sacramentos, la ayuda de la Virgen María y de los Santos… El mundo del espíritu es grande, y está a nuestra disposición.

            Yo lo único que puedo ofrecer desde aquí es mi correo electrónico por si alguien necesita abrir su corazón y su mente, aunque sea con la frialdad de un comentario escrito. Hay muchos ángeles custodios cerca de ti dispuestos a echarte una mano.

Juan García Inza

Juan.garciainza@gmail.com