Ahora que parece que todo está permitido con tal de atacar, ridiculizar, insultar al Presidente Trump, incluso mentir, sobre todo mentir, el primer ministro irlandés, Enda Kenny, acaba de realizar un discurso ante el presidente estadounidense con motivo de la festividad del patrón de Irlanda en el que “recordó a Trump que San Patricio era "un inmigrante"”. Por supuesto, los medios de comunicación han recogido, regodeándose, el incidente, señalando la valentía del irlandés y el incomodo del norteamericano.
Se les ha pasado por alto algo esencial: las palabras de Kenny son mentira.
San Patricio fue muchas cosas, pero lo que nunca fue es un inmigrante.
La verdad es que San Patricio nació en la Bretaña romana en torno al año 400 d.C. y su nombre, patricio, era característico de la nobleza romana. Su padre, Calpurnio, era un diácono cristiano que también era decurión, lo que probablemente significaba en la época que ostentaba alguna clase de alto cargo civil, además de poseer tierras y disponer de servicio. Provenía de una familia profundamente cristiana: su padre, como hemos señalado, era diácono y su abuelo sacerdote.
A los 16 años Patricio fue secuestrado por piratas irlandeses, quienes tras destruir la casa familiar, se lo llevaron a Irlanda como esclavo. Durante seis años trabajó como esclavo, cuidando de rebaños y aprovechando el tiempo que pasaba en el campo para dirigirse al Dios que había conocido en su infancia. A los 22 años escuchó la voz de Dios que le instaba a escapar y caminó unas 200 millas hasta el puerto más cercano.
San Patricio llega a la Galia y estudia en Auxerre y se cree que recibió la tonsura en la Abadía de Lerins. También la tradición nos dice que San Germán de Auxerre la ordenó como obispo misionero, regresando a la isla a la que había sido llevado a la fuerza como esclavo, esta vez como misionero, convirtiéndose en el apóstol de Irlanda. San Patricio fallecería durante la segunda mitad del siglo V.
Pues ya lo ven: romano acomodado, esclavo, pastor, fugitivo, misionero…
Muchas cosas… menos inmigrante.
A no ser que consideremos inmigrantes, por ejemplo, a los esclavos que llegaron desde África a los Estados Unidos. Menudo disparate.
Lo dicho: parece que cualquier disparate está justificado con tal de atacar a Trump y que tenemos que reír las gracias de cualquier ocurrencia contraria al presidente estadounidense. Pues qué quieren que les diga, a mí lo del primer ministro irlandés manipulado torticeramente la vida de su santo patrón me parece lamentable.