El título original de la película es "High Noon": mediodía, momento crucial, el Ángelus.

"Solo ante el peligro" fue una horrible adaptación que desfigura toda la historia.

El shérif Will Kane -Gary Cooper- no está solo: siempre hay gente a su alrededor. Cooper hizo aquí su papel, porque hay actores de una sola actuación y escritores de un solo libro, aunque publiquen tres docenas, por citar un número bíblico. Así que Will -que se traduce como "voluntad" en inglés- es Cooper, porque toda película es un autorretrato y todo libro, también -retrato, por lo general, inconsciente-. 

Cooper tiene una misión que cumplir. Tiene su hora. "...Todavía no había llegado su hora", dice el Evangelio. El reloj nos lo recuerda, en el film, más o menos cada 10 minutos, número de la tercera Alianza. Misión, la hora, el sol de justicia a mediodía. El mal llega echando humo, como siempre: la bestia de hierro, el tren, el Apocalipsis.

Cooper pide ayuda. No es un héroe. Es un hombre frágil, tiene miedo; una angustia mortal le invade con cada "no" que recibe. Los discípulos abandonan al Maestro. Cooper, como Frodo, llegará solo al Monte del Destino. ¿Solo? El duelo es imposible: cuatro contra uno. El shérif Kane, sin embargo, deja mujer, casa, padres, hermanos, campos y acude al Calvario. La misión, la cruz, está por encima de todo. 

Y entonces el designio divino hace que Cooper viva. Como en el salmo: "Por tu misericordia, acaba con mis enemigos; ¡destruye a los que atentan contra mi vida, porque yo soy tu siervo!"

Pueden ustedes atribuir lo que yo atribuyo a Dios al azar, o al genio del guionista.

Me da igual: el azar aún estaría intentando crear a Grace Kelly, juntando partículas subatómicas por los siglos de los siglos. Y el guionista tiene una vida y un talento que ha recibido. Punto.