LA FUERZA DEL SILENCIO
         Acaba de aparecer en España, editado por Palabra, el segundo libro del Cardenal Sarah. Tras el éxito de su primer libro Dios o nada, se esperaba algo más de este Purpurado africano, prefecto de la Congregación del culto divino y la disciplina de los Sacramentos,  que está conquistando el corazón de muchos que se acercan a él buscando espiritualidad, fidelidad, santidad.


         En este nuevo libro el autor se adentra en el mundo del silencio, que considera como el gran remedio para un mundo atrapado por la dictadura del ruido. Y comienza el primer capítulo con una larga cita de Romano Guardini:
 
 En el silencio es donde suceden los grandes acontecimientos.
No en el tumultuoso derroche del acontecer externo, sino en la augusta claridad de la visión interior, en el sigiloso movimiento de las decisiones, en el sacrificio oculto y en la abnegación; es decir, cuando el corazón, tocado por el amor, convoca la libertad de espíritu para entrar en acción, y su seno es fecundado para dar fruto. Los poderes silenciosos son los auténticamente creativos. Pues bien, al más silencioso de los acontecimientos, al que en el más profundo silencio y alejado de todo bullicio proviene de Dios, queremos dirigir ahora nuestra mirada.
Romano Guardini, El Señor
Y se pregunta el autor: ¿Cómo se puede hallar el silencio hoy en día, en un mundo ajetreado y ultratecnificado?
         Y responde:
 
 El ruido cansa y tenemos la sensación que el silencio se ha vuelto un oasis inalcanzable. ¿Cuántos se ven obligados  a trabajar entre un fárrago de cosas que les angustia
y los deshumaniza? Las ciudades se han convertido en infierno ruidoso en los que ni siquiera a la noche se le ahorran las agresiones sonoras.
            Sin ruido, el hombre posmoderno cae en una inquietud sorda y lacerante. Está acostumbrado a un ruido de fondo constante que le aturde proporciona consuelo.
Sin ruido, el hombre está destemplado, febril, perdido. El ruido, como una droga de la que se hubiera hecho dependiente, le da seguridad. Con su apariencia festiva, es un torbellino que impide mi­rarse a la cara. La agitación se convierte en un tranquilizante, un sedante,  una bomba de morfina, una forma de sueño, de onirismo inconsistente. Ese ruido, sin embargo, es una medicina peligrosa e ilusoria, una mentira diabólica que impide al hombre enfrentarse a su vacío interior. El despertar solo puede ser brutal… La humanidad tiene que adoptar algunas medidas de resistencia. (Pág. 35 y ss.)


     Y comenta como el niño crece en el silencio del vientre de la madre, y durante los primeros meses al nacer los padres intenta protegerlo del ruido que le pueda alterar, y lo contemplan tranquilamente descansando o durmiendo en su cuna. La naturaleza es silenciosa, y vemos a las plantas crecer sin hacer ruido.  Los sentimientos brotan de un corazón silencioso. Las cosas importantes de la vida se viven en el silencio, bajo la mirada de Dios.
     Y así, en casi trescientas páginas, el Cardenal Sarah sigue haciendo un canto del silencio, considerándolo como la terapia más urgente para el hombre de hoy agredido por los ruidos de un mundo que ha perdido la paz interior.
     Bueno será leer este libro en este tiempo de Cuaresma en el que se nos invita a buscar al silencio en el desierto de la oración.
 
Juan García Inza