Pobrecita mía, ella acostumbrada a la corrección americana, a los modales americanos, el griterío español le resulta casposo. A los progres en cuanto les das una ración de vida cosmopolita renuncian a su Carabanchel natal y se vuelven liberticidas. ¡Que prohíban todas las impertinencias menos las de El País! Ella misma en un artículo titulado Los frescos de cuando Kiko Argüello pintó la catedral de la Almudena decía de unas “monjitas”, en sus propias palabras, a las que le recomendaron que fuera a escuchar cantar en misa “¡qué voces! Y qué hule decorando el altar! Para matarlas”. Ahora cinco años después le molesta el griterío…de los demás, mientras se tapa la nariz del hedor que sale de su periódico.

Sin ir más lejos Millás en la sección de cultura el día19 aparece y dice que está empezando a definir un diccionario con lógica y que empieza con “la a de Avemaría, por ejemplo: Una oración con la que nos castigaban por masturbarnos sin advertir que al darle ese uso punitivo la contaminaban de nuestra impureza. Muchos de mi generación no pueden hoy masturbarse sin rezar ni rezar sin masturbarse”

A lo mejor a usted Sra. Lindo y a su marido (Muñoz Molina, que tan valientemente defendió la Verdad frente al vómito de Almudena Grandes embistiendo contra santa Maravillas de Jesús) les empieza a dar repelús ese antro donde usted escribe.

Por cierto, escuché a Millás en el programa de Sánchez Dragó que tomaba unos optalidones que le traían del extranjero, para escribir, que contenían mucho barbitúrico.

Déjelo Millás, deje la droga, ¿no ve que le sienta mal?