Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.     

¡ABRE VENTANAS Y A PASEAR!

Estos días tenemos la alergia a flor de piel: picor de ojos, congestión... pañuelos por todos los sitios. Y por las ventanas vemos cómo las nubes de polen van de un lado para otro. Evitamos salir a la huerta, dejar abiertas las ventanas... pero... seguimos igual.

Cuando tienes alergia tiendes a huir de todo aquello que tu cuerpo rechaza, a protegerte, a meterte en una burbuja. 

Muchas veces los miedos son como la alergia. Hablar en público nos da dolor de tripa, pensar en el futuro nos quita el sueño, imaginar lo que puede pasar supone un tremendo dolor de cabeza, el temor a ser juzgados nos bloquea.

Vemos tantas amenazas, que nos hacen correr en otra dirección para protegernos. Sin embargo, el temor crece en la medida en que lo intentamos evitar. Procuramos evitar las experiencias dolorosas, nos escondemos en lugar de correr riesgos, incluso llegando a no mostramos como somos antes que permitir que tengan la oportunidad de rechazarnos, de traicionarnos...

¿Cómo hacer que el miedo desaparezca? No esperes que desaparezca para actuar. No lo hará. Pero, a base de enfrentarte a situaciones, irá disminuyendo poco a poco. ¡Pero no a fuerza de puños...! Vencerás el miedo con la confianza.

¿Qué miedos tienes? ¿Qué te surge en este momento? Es momento de afrontar tus miedos, de ver si te dicen la verdad o te están engañando. Pero no lo hagas para ser fuerte, te harás más daño. Cristo te tiende la mano para que te sientes con Él, para que le muestres tus alergias, tus miedos, todo aquello que te paraliza y después, antes de afrontarlos, quiere reconstruirte a ti: que te sientas amado como eres y te vuelvas a querer; que descubras aquellos sentimientos que tienes que poner en sus manos y confiar... Cristo te reconstruye, te vacuna contra esos miedos que tanto te bloquean, y después... ¡a abrir ventanas, a salir a la huerta!

Hoy el reto del amor es que dejes de correr en otra dirección. Para con el Señor y deja que sea Él el que te vacune desde su Amor, y, de su mano, tendrás esa conversación pendiente, esa decisión que retrasabas, esa visita a tu familiar enfermo, el cambio que necesitas de vida... No sigas corriendo: podrás volver a pasear y a abrir las ventanas de tu interior.

VIVE DE CRISTO