El 14 de febrero celebramos la fiesta de los santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa. Dos hermanos eslavos que se entregaron al bien de su tierra. Juan II les declaró Patronos de Europa. Vivieron su rito oriental en fidelidad a Roma. Metodio fue enviado como Obispo desde Roma y Cirilo adaptó la liturgia oriental a sus compatriotas; con caracteres nuevos y originales. Hasta hoy se llaman cirílicos.
   Juan Pablo II habló, más de una vez de que la Iglesia tiene que respirar por dos pulmones: el oriental y el occidental. Tenía razón el Papa. Los orientales tienen un sentido de lo profundo de ser cristianos que a los occidentales nos cuesta llegar. Todo lo pasamos por el intelecto y no tanto por el corazón. La misma liturgia, nosotros la encuadramos en un tiempo y en unos gestos medidos. Ellos para gloria de la Trinidad no tienen el tiempo tan medido porque sus gestos necesitan espacio y tiempo.
   El papa Francisco en su homilía de Sata Marta dijo cosas importantes sobre la predicación sobre la predicación de la palabra en su fiesta. “Se necesitan para formar al pueblo de Dios como fueron Cirilo y Metodio, hermanos intrépidos y testimonios de Dios, que hicieron
   La palabra no puede ser presentada como algo intelectual, bien planeado pero sin la fuerza que vienes del Espíritu de Jesús. “La palabra no se puede presentar como una propuesta -
   Con oración. Sin ella solo una instrucción. “La palabra de Dios se debe proclamar también con la oración. Siempre. Sin oración, podrá dar un linda conferencia, una linda instrucción: buena, buena… Pero no es Palabra de Dios. Solo de un corazón en oración puede salir la palabra de Dios. La oración, para que el Señor acompañe este sembrar la Palabra, para que el Señor riegue la semilla, para que germine la Palabra. La palabra de Dios hay que proclamarla con la oración: la oración del que anuncia la Palabra de Dios”.
 
    Con humildad. Nuestra fuerza es el señor. “El verdadero predicador es que sabe que es débil, que sabe que no se puede defender solo.