Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Es una frase que puede aplicarse a la vida familiar, sentimental y profesional.  Para que los astronautas Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin Jr y Michael Collins llegaran a la luna aquel memorable 20 de julio de 1969 se requirió del talento de, no una, sino tres mujeres. Ellas son Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson. Y las tres tenían algo en común: eran afroamericanas.
Fue la escritora Margot Lee Shetterly, hija de un investigador afroestadounidense del Centro de Investigación Langley de la NASA , quien descubrió la historia, hasta el momento desconocida, y quien aseguró la hazaña de estas tres mujeres era digna de ser contada. Su libro fue llevado al cine y hoy “Hidden Figures” o “Talentos ocultos”, como se le conoce en español, está nominada a varios premios Oscar, entre ellos el de mejor película.
Recordemos la época de racismo en los Estados Unidos entre las décadas de los 40 y los 70. De la segregación que separaba algunos lugares públicos para los blancos y los afrodescendientes. Una medida rechazada por algunos ciudadanos, pero socialmente aceptada por otros. Estas tres mujeres lo vivieron en carne propia en sus años de universidad y en su vida laboral. Tenían que caminar (y a veces correr) una milla para ir al baño, debían sentarse en la parte de atrás de los buses públicos o servirse el café desde una cafetera (que muchas veces estaba vacía) solo para personas de raza negra. Fue la época de los hechos violentos perpetrados por el Ku Klux Klan de las luchas de Martin Luther King por la igualdad entre blancos y afroamericanos y de su posterior asesinato.
Y fue en ese contexto en que se hicieron más evidentes los resultados del trabajo duro de que estas mujeres, valientes y aguerridas, que se dedicaron a realizar ecuaciones y cálculos que luego fueron decisivos para los viajes inter espaciales.
Así, Katherine Johnson calculó la trayectoria de las misiones Apolo y Mercurio, Dorothy Vaughan fue la primera supervisora afroestadounidense de la NASA y Mary Jackson, que se convirtió en en la primera ingeniera afroestadounidense de la NASA.
La película muestra a Johnson de pequeña, como una niña inquieta por los números. Por calcular y contar todo lo que veía a su alrededor un talento que fue cultivando y que la hizo ser la primer mujer afroamericana de graduarse de la Universidad Estatal de Virginia Occidental. Esta mente también fue descubierta y valorada por sus docentes y se fue desarrollando hasta el punto de resolver ecuaciones que antes habían sido imposibles y que ampliaron la conquista del espacio.
“Talentos Ocultos” tiene un excelente reparto, conjuga muy bien los momentos de tensión, drama y humor. Una historia que ensalza el espíritu y destaca la vida de estas mujeres que creyeron en sí mismas y que no se dejan etiquetar por los prejuicios sociales o raciales de los que aún hoy vemos tantas secuelas. Una historia que deja ver cómo sus colegas fueron poco a poco aprendiendo a respetar y aprender de la mente de estas genios de los números y la física.
El libro y la película que llevan el mismo nombre saca del “escondite” el talento, la disciplina y la confianza en sí mismas de Katherine, Dorothy y Mary Jackson, cuyo trabajo silencioso marcó un hito en la historia de la conquista del espacio.