Todos los que en el mundo ejercen algún poder, de la clase que sea, sienten en sí mismos la tentación del endiosamiento. Se creen superiores a los demás mortales, nos miran por encima del hombro y con frecuencia caen en actitudes de prepotencia, autoritarismo o dogmatismos, impropios de sus cargos y responsabilidades. Entre los políticos y gobernantes como en otros grupos hay de todo. Los que aceptan el cargo con una clara vocación de servicio a
los demás y al bien común y los que se creen una casta distinta a los demás, con privilegios y pertenencia a un status social, propicio al enriquecimiento personal, a las prebendas y a las sinecuras para ellos y los suyos.
No estaría mal que los políticos, creyentes o no; practicantes o no;
cristianos-católicos o no; convencidos o solo de nombre; de vez en cuando echasen un vistazo a la Biblia para ver el mensaje que Dios les comunica. He aquí algunos pensamientos extractados del Libro de la Sabiduría (6,1-6): "Escuchad reyes y entended: aprendedlo, gobernantes del orbe hasta sus confines; prestad atención los que domináis los pueblos y alardeáis de multitud de súbditos; el poder os viene del Señor y el mando del Altísimo; el indagará vuestras obras y explorará vuestras intenciones; siendo ministros de su reino, no gobernasteis rectamente, ni guardasteis la Ley, ni procedisteis según la voluntad de Dios. Repentino y estremecedor vendrá
sobre vosotros, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente."
"A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán ua fuerte pena; el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: el creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los pderosos les aguarda una control más riguroso". Sin comentarios.