«Hermanos, perseguid el amor», decía en el sermón 350 san Agustín, porque:
El amor es el vínculo dulce y saludable de las mentes.Sin amor el rico es pobre y con amor el pobre es rico.
El amor da resistencia en las adversidades.
El amor da moderación en la prosperidad.
El amor es fuerte en las pruebas duras.
El amor es alegre en las buenas obras.
El amor es confiado en la tentación.
El amor es generoso en la hospitalidad.
El amor es alegre entre los verdaderos hermanos y es pacientísimo entre los falsos hermanos.
El amor es la vida de los que mueren.
El amor hace bien en medio del odio.
El amor se halla confiado en medio de los insultos.
El amor es lo único que no oprime la felicidad ajena.
El amor en medio de la ira es plácido.
El amor entre las insidias es inocente.
El amor en medio de la maldad llora.
El amor en medio de la verdad respira.
¿Qué hay más fuerte que el amor, no para devolver injurias sino para curarlas? ¿Hay grandeza del alma mayor que la del que muere por los impíos?
En efecto, el amor lo tolera todo en la vida presente,
porque cree todo lo referente a la vida futura.
El amor sufre todo lo que aquí le sobreviene,
porque espera todo lo que allí se le promete.
Quien tiene el amor en sus costumbres posee tanto lo que se ve como lo que está oculto en la palabra divina.
Alimbau, J.M. (1998). Palabras para momentos difíciles. Barcelona: Ediciones STJ.