Se trata de otra terapia de la Nueva Era en este caso relacionada con la meditación. La palabra Zen viene del japonés y su significado es “meditar sentado”. Se trata de una escuela budista que tiene por enseñanza central lograr la plena realización del yo mediante la iluminación. Llaman “Iluminación” a un estado de la mente que se ha logrado tras eliminar de ella todos los problemas, interferencias sensoriales, pertubaciones, etc. Se logra a través de vaciarse y de concentrarse mentalmente, es una visión del interior, que da paz y gozo, y que nos lleva a la plena autorrealización personal.
Por ello esta terapia, busca alcanzar este estado de iluminación mediante la “postura zazen” junto con otra serie de ejercicios basados en la concentración, el vaciar la mente, respirar etc. Esta postura zazen es la “posición del loto”, o sea pierna derecha sobre muslo izquierdo y pierna izquierda sobre el derecho y el resto del cuerpo recto.
Una vez que la persona ya ha adquirido esta postura, ahora comienzan con los ejercicios de concentración y posteriormente con el vacío de la mente, del interior hasta llegar al estado de “iluminación”.
Digamos que la historia del zen en occidente comienza en el siglo XX y uno de los principales promotores del mismo fue Daisetsu Teitaro Suzuki que mediante sus libros y conferencias lo fue extendiendo sobre todo por Estados Unidos y Europa. Murió en 1966 en Japón, en esa fecha su filosofía budista y del zen había ya influenciado a grandes personalidades como Einstein, Jung, Heidegger etc, y se había extendido por varios países.
¿Por qué la meditación Zen no es compatible con el catolicismo?
No hablan para nada de Dios ni tampoco creen en él. El zen profesa el Pancosmismo: Es la creencia en el Cosmo-todo, es decir el Universo y el Cosmo es todo, lo único existente y eterno. En esta creencia no queda sitio ni para Dios creador ni para que la divinidad intervenga en el mundo. Claramente sabemos que es totalmente incompatible con la fe católica que enseña que hay diferencia entre la creación y el creador (Juan 1,3).
En este método se da una gran importancia al vacio. Para el “zen” el vaciarse o ponerse en blanco, es fundamental para alcanzar los niveles más superiores y elevados. Esto lo han copiado del taoísmo, para ello meditan para aprender a vaciarse de todo. Con esto creen poder percibir todo de una manera más pura y limpia. Sin embargo el cristianismo enseña todo lo contrario, debemos llenarnos de gracia, de Dios y de fe. (Hechos 6,3; Efesios 3,19; Hechos 6,8).
Caen en un pelagianismo ya que intentan mediante métodos de meditación borrarse a si mismo, para purificarse y llegar a la “iluminación”, esto es mediante el esfuerzo personal uno puede llegar al máximo nivel. La doctrina pelagiana enseña lo mismo, no necesitamos de Cristo, ni de la gracia, ni de los sacramentos , ni de la Iglesia, basta solo mis propias fuerzas, mi esfuerzo personal para salvarme. La Bíblia claramente condena el pelagianismo: Fil 2,13; Juan 15,5.
Su diferencia con la oración cristiana. Además, debemos tener claro el concepto de oración cristiana: “La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes”(San Juan Damasceno, Expositio fidei, 68 [De fide orthodoxa 3, 24]) (Catecismo Iglesia Católica 2559). Esto es algo no pasa en el “zen” ya que cuando práctica la meditación sentada (zen o zazen) busca quedarse quieto y tranquilo, dejar pasar todo, palabras, pensamientos, imágenes, sin comprometerse con ellos, vaciándose de todos ellos, observándote a ti y al mundo de esta forma enseñan que se puede calmar el alma y el cuerpo, es decir, tu miras hacia ti mismo no elevas tu mente y corazón a Dios como se hace en la oración cristiana.
Jesús Urones