Año del Señor 2023
5 de agosto
 
Buenos días, hoy  Matilde nos lleva al Señor. Que pases  un feliz día.
 
“INCLINA TU OIDO A LAS PALABRAS DE MI BOCA"
 
Estábamos en la Misa. Era un día de diario y por tanto, no había mucha gente en ella. Todo transcurría siguiendo el rito de la Eucaristía. Pero al llegar el momento de las lecturas, un señor que estaba atrás de la iglesia, se levantó y aplicó su oído a uno de los altavoces que, hay en el lateral de la nave central. Y, allí, estuvo escuchando en silencio. Cuando las lecturas acabaron, se volvió a su sitio.
 
Este gesto me sorprendió, porque primero, no tuvo respetos humanos para que la gente pensara que estaba un poco sordo. Y, segundo, me admiró el interés que tenía por escuchar la Palabra de Dios y no perderse ni una sola. ¿Podía esta Palabra quedar sellada a quién tanto se afanaba por entenderla?. Dice un salmo: “Ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón... Como cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras”. 
 
Nosotros, también endurecemos nuestro corazón a Dios, cuando no escuchamos su Palabra,  o lo hacemos con desdén y pereza. Esta Palabra que, fue dicha para nosotros, requiere que la acojamos con amor y la pongamos en práctica, para recibir de Ella, gracias tras gracia.
 
Pero esta voz de Dios que, la dice claramente a nuestros oídos, está escondida y debemos hacer gestos como este señor, para descubrir donde tiene su morada. Y, su morada no es otra que el Corazón de Cristo, desde donde fue pronunciada.
 
Otra imagen de la vida de Jesús me evocó este hombre pegado al altavoz. Y, es el episodio de Zaqueo. Este señor se parecía también a él porque, casualmente era abajo de estatura. Zaqueo, “quería ver a Jesús”, quería tenerle a la vista porque ya lo tenía en el corazón. Y, se subió a un árbol por donde tenía que pasar él. Jesús, al llegar a este lugar, levantó la vista y lo miró con amor: “Zaqueo, baja enseguida porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”. Y, ante la alegría de tener a Jesús consigo, renunció en sus bienes. 
 
Tener a la Palabra hospedada en su casa, colmaba toda su vida. Y, Jesús le aseguró que, en ese momento, había recibido la salvación porque buscó en Jesús lo que los hombres no podían darle con sus palabras, porque las de Jesús, son de vida eterna.
 
Hoy, el reto del amor es, escuchar con mucha atención la Palabra de Dios que se proclama en la misa y esperar de ella la salvación segura.
 
VIVE DE CRISTO
 
¡Feliz día!
 
 
©Producciones es El- Vive de Cristo (Dominicas Lerma)

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