Al finalizar el Año de la Misericordia, el papa Francisco nos ha regalado una carta Apostólica en la que agradece al Señor los dones recibidos durante el Año de gracia y nos señala un estilo de vida para caminar: la misericordia.
Comienza el Papa señalando el comentario de san Agustín sobre la mujer adúltera, una de cuyas frases da el título a la carta: “Misericordia et mísera”. Es una imagen de lo celebrado en este Año de la Misericordia. Jesús alienta la esperanza de aquella mujer. Igual sucede en casa del fariseo cuando la pecadora derrama el perfume sobre los pies de Jesús.
“El perdón es el signo visible del amor del Padre, que Jesús ha querido revelar a lo largo de toda su vida. No existe página del Evangelio que pueda ser sustraída a este imperativo del amor que llega hasta el perdón. Incluso en el último momento de su vida terrena, mientras estaba siendo crucificado, Jesús tiene palabras de perdón: (Lc 23,34). Nada de cuanto un pecador arrepentido coloca delante de la misericordia de Dios, queda sin el abrazo de su perdón. Por este motivo, ninguno de nosotros puede poner condiciones a la misericordia; ella será siempre un acto de gratuidad del Padre celeste, un amor incondicionado e inmerecido. No podemos correr el riesgo de oponernos a la plena libertad del amor con el cual Dios entra en la vida de cada persona”.
El Papa siente la necesidad de dar gracias a Dios por los dones recibidos. Pao no podemos pararnos: “Ahora, concluido el Jubileo, es tiempo de mirar hacia a delante y de comprender cómo seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo la riqueza de la misericordia divina. Nuestras comunidades continuarán con vitalidad y dinamismo la obra de la nueva evangelización en la medida en que la
En la vida litúrgica tenemos un alimento continuo de la misericordia. La Santa Misa está empapada de misericordia desde el principio hasta el final. Comienza con el Señor ten piedad… Dios tenga misericordia de nosotros… Dios tenga misericordia de todos nosotros… No tengas en c cuenta nuestros pecados… Podemos decir que en cada momento de la celebración eucarística está referido a la misericordia de Dios.
También en los Sacramentos, especialmente en los de sanación, está presente la misericordia del Señor. “La fórmula de la absolución dice:
En esta primera parte señala el Papa la importancia de la Palabra de Dios para percibir la incesante obra de la misericordia divina que se nos anuncia cada domingo. “Por medio de la Sagrada Escritura que se mantiene viva, gracias a la fe de la Iglesia, el Señor continua hablando a su Esposa y le indica los caminos a seguir para que el Evangelio de la salvación llegue todos. Deseo vivamente que la Palabra de Dios se celebre, se conozca y se difunda cada vez más, para que nos ayude a comprender mejor el misterio de amor que brota de esta fuente de misericordia…
Sería oportuno que cada comunidad, en u domingo del año litúrgico, renovase su compromiso a favor de la difusión, conocimiento y profundización de la Sagrada Escritura: un domingo dedicado enteramente a la Palabra de Dios para comprender la inagotable riqueza que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo”.