Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
NO TE QUEMES
Ayer estábamos preparando el desayuno: bandeja con la mermelada, pan en el horno, calentar café y... leche en el fuego. Nada de microondas; se enciende el gas, fuego a tope (pues el tiempo es breve), y, ¡a calentar leche para las 16! El único cuidado que hay que tener es que el tiempo no se pase y no se desborde la leche (cosa que nos pasa un día sí y otro también).
Ayer fue diferente: puse le leche en el fuego, me giré un momento a por el café y, al volver a darme la vuelta, vi que asomaba por debajo de la cazuela el borde de algo de paja que empezaba a desprender humo por todos los sitios... Apagué corriendo el fuego, levanté la cazuela y... Oh, oh... Al coger la cazuela de la encimara, me había llevado con ella el salvamanteles de paja sobre el que reposaba.
Ahora estaba calcinado... aunque lo sacamos a tiempo, antes de que aquello se convirtiese en una auténtica antorcha olímpica.
Cuántas veces intentamos ser ese salvamanteles de paja. Vemos a alguien que quema por las circunstancias que tiene, por su situación... nos ponemos debajo, en la encimera, para que no queme al resto; nos adherimos para que él mismo no se queme, y terminamos quemándonos nosotros. Salimos en llamas, saturados, cansados, con impotencia... A cuántas cazuelas nos gustaría frenar cuando les quema la tristeza o las dificultades, les damos consejos, les ayudamos... y, al final... salimos en llamas sin poder hacer nada.
Seguro que tienes a alguien a tu lado que te preocupa, alguien a quien estás intentando ayudar, pero sientes que no llegas, que todo te quema y no lo puedes evitar. ¿En qué posición estás? ¿En la del salvamanteles?
Cristo es el primer interesado en la Felicidad de esa persona, y te necesita, pero no evitándole el fuego. Te necesita al lado, orando para que la cazuela quite la tapa, abra su corazón y se pueda llenar de los ingredientes que le ayudarán a convivir con el fuego. Aceite en forma de confianza, sal en forma de amor... y así, de las dificultades saldrá el cocido que menos puedas imaginar. Es Cristo el que va a dar sentido a todo sin que tengan que cambiar las circunstancias.
Hoy el reto del amor es que, antes de actuar, ores por esa persona que te preocupa y, desde Él, ten ese detalle que necesita: escucha, consejo, un abrazo... o, simplemente, permanecer a su lado en silencio. Confía en que Cristo está vivo, sólo necesita que abramos el corazón.