Nuestro querido Manuel González García, el Obispo de los Sagrarios Abandonados, fue canonizado el pasado 16 de octubre. Hoy, 4 de enero, día de su fiesta litúrgica, se celebra pues, por vez primera, como santo. Debido a la persecución a la que se vio sometido, incluso desde antes de la instauración de la Segunda República española (se le quiso quemar ya el Palacio Episcopal en diciembre de 1930; luego la quema de iglesias en mayo de 1931; su destierro a Gibraltar; y, finalmente, tener que abandonar la diócesis de Málaga), podría recibir el título de obispo protomártir. Muy interesante el artículo de nuestro añorado Juan del Carmelo sobre el tema:
http://www.religionenlibertad.com/martirio-cruento-e-incruento12959.htm
Don Manuel falleció en el Sanatorio madrileño del Rosario el 4 de enero de 1940. En su lápida pidió colocar frases que ya han pasado a ser tan famosas como su vida:
«Pido ser enterrado junto a un Sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!»
Bien, pues, en esta nueva Navidad así nos lo ha vuelto a señalar, para que dirigiéramos nuestras miradas a la cueva de Belén.
San Manuel González escribe:
“Jesús se da a nosotros por medio de su madre y juntamente con Ella. María, Madre de Jesús, no se queda con Él para gozar a solas con su presencia, de sus miradas y del gusto de alimentarlo y servirlo y derretirse en éxtasis de amor sin fin ante Él, no. Ella lo guarda para que lo vean y lo agasajen y se lo regalen los pastores y para que lo adoren y obsequien los Reyes. Y, después, en Caná, Ella estará con Él para hacerle anticipar su primer milagro en favor de los hombres” (Rosario Sacerdotal. Obras Completas nº 2445,pp. 591-592).
Santo, próspero y feliz 2017.