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El mundo de la infancia celebra en este mes de noviembre un doble aniversario: el día 20 se cumplen 50 años de la Declaración de los Derechos del niño. El mismo día, pero en 1989, entraba en vigor la Convención sobre los Derechos del niño, que amplia y desarrolla los principios de la declaración. Así explicado, parece todo hermoso y esperanzador, el mejor seguro de un futuro mejor para los niños del mundo entero. En realidad, la cosa no podría ser más diferente. A pesar de la honrosísima Declaración y la no menos honrosa Convención. de cuyas buenas intenciones nadie duda, ¿Cómo se encuentran los niños del mundo después de estos 50 años de supuestos derechos?
Habría que decir, sin temor a equivocarnos que depende. Sí, depende de cuáles niños: Si los de las familias bienestantes del primer mundo o los que mueren de hambre cada día en el mundo pobre; si los que van a escuelas más o menos buenas o los que comienzan a trabajar en factorías o en minas con cinco o seis años; si los que nacen rodeados de comodidades o los que ni llegan a nacer porque les resultaba incómodo a sus padres, etc. Es verdad que esto ha ocurrido siempre, e incluso ha sido peor que ahora, pero lo que llama la atención es que hoy en día, con la muchísima riqueza que hay en el mundo, todavía haya esas diferencias. Por eso la pregunta surge espontánea: Derechos del niño... ¿De qué niño? Se lo pueden preguntar a algunos que me vienen a la cabeza:
-Si el primer derecho de los niños es el derecho a un nombre y una nacionalidad, hay que recordar que el 70 por ciento de los niños del África Subsahariana no figuran en ningún registro civil, lo que en práctica es como si el niño no existiese y hace imposible que se pueda escolarizar o que acceda a la sanidad.
-Si otro derecho de los niños es el de la alimentación, la vivienda y la sanidad, sólo en África, por no hablar de Asia o Latinoamérica, mueren cada año 4 millones de niños menores de cinco años por falta de una alimentación adecuada. Quizás convendría recordar de paso el grave problema de sobrepeso que sufren miles de niños en algunos países ricos, sin ir más lejos en España...
-Según estudios de la UNICEF y ONG que promueven el término del trabajo infantil, entre 70 y 250 millones de niños trabajan en el mundo. La mayoría lo hace bajo formas de esclavitud tradicional, otros laboran en plantaciones agrícolas y fábricas recibiendo salarios que incluso pueden representar menos de 1/5 de lo que recibe un adulto. Las cifras duelen el alma: en América Latina uno de cada cinco niños entre los 5 y los 14 años, ´debe´ trabajar; en África y Asia los fríos números son aún peores; uno de cada tres y, uno de cada dos niños trabaja, respectivamente, bajo formas de esclavitud y explotación sin límites.
-Las niñas tienen una tasa de supervivencia natural mayor pero países como China e India las tasas de aborto selectivo e infanticidio femenino abochornan. En los últimos 20 años se calcula que China ha hecho desaparecer a 20 millones de niñas, y otros 10 en India. Este país tiene la mayor brecha de género, por cada cinco niños mueren ocho niñas, y de ellas unas 500.000 se pierden al año por abortos selectivos o infanticidio.
-En Estados Unidos, el 90 por ciento de los niños a los que durante el embarazo se les detecta posible síndrome de Down, son abortados. En otros países ricos el porcentaje, aunque menor, se va acercando poco a poco. Se presupone que con aquella enfermedad (presunta, que no siempre se cumpla, aunque esté diagnosticada) los niños no podrán tener calidad de vida. Pero tampoco se les da la oprotunidad de comprobarlo.
-En la Unión Europea se realizan anualmente más de un millón de abortos, de los cuales una décima parte se realizan en España (hablamos de la Europa de los veintitantos países, por lo que el índice español es alarmante). Ahora, como nuestra ministra quiere decretar que el feto de 13 semanas no es humano y que una semana después, por arte de birlibirloque, se convierte en humano, proablemente las cifras aumentarán...
La lista de situaciones injustas hacia los niños en elmundo entero sería interminable e insufrible, tanto más cuanto se piensa cómo a algunos se les llena la boca hablando de sus supuestos "derechos". Pero lo más difícil es pensar a qué niños vamos a felicitar por la celebración de los 50 años de la Declaración, si a los que ya reciben felicitaciones de sobra cada día en las comodidades superfluas que tienen o a los que dichos "derechos" no les llegan ni por asomo.