Tomando en cuenta el contexto que nos está tocando vivir, en el que mucha gente no participa en la Iglesia, existen diferentes proyectos para afrontar la cuestión. Hoy, hablaremos de uno, impulsado inicialmente por el papa Juan Pablo II, que está siendo altamente efectivo. Nos referimos a las capillas de adoración perpetua; es decir, aquellas que están abiertas las 24 horas. Incluso, en ciudades altamente secularizadas, tienen muy buena respuesta.
¿Por qué, a diferencia de otras iniciativas, no ha fallado? En primer lugar, se trata de Jesús presente en la Eucaristía y, en segundo lugar, por el hecho de que están bien estructuradas, desde su ubicación hasta el diseño arquitectónico. En otras palabras, porque a través de las capillas 24/7, la Iglesia es capaz de hacer lo que mejor sabe: habilitar un espacio para Dios. Y justo sobre eso debemos reflexionar, porque muchas veces, sin negar la buena intención que está de por medio, se estructuran iniciativas pastorales con fallas de origen que las vuelven insostenibles. ¿Cuáles son esas fallas? Podemos resumirlas en tres:
- 1. Exceso de actividades. El propio San Ignacio de Loyola pedía que, en el caso de los retiros, se tuviera en cuenta la hora, el clima, la alimentación y el lugar para generar una buena experiencia en los participantes. Cuántas veces se establecen dinámicas que, lejos de interiorizar, cansan.
- 2. Ideologías. El Evangelio no es cosa de la izquierda o de la derecha. La fe tiene un impacto social, vinculado a la justicia, de ahí la DSI; sin embargo, cuando el discurso es sociológico en términos absolutos, Dios queda fuera de contexto.
- 3. Ofrecer lo que puedes encontrar en cualquier otro lado. La Iglesia debe plantear lo que la hace original. Por ejemplo, experiencias de apostolado, Lectio divina, espacios de silencio, música sacra, etcétera.
Todas las personas buscan a Dios. Muchas, sin saberlo. El éxito de un cierto “mercado de la espiritualidad”, que vende toda clase de experiencias, la mayoría inducidas y sin capacidad crítica, se debe al vacío que dejamos los católicos. Por eso, propongamos lo que hemos recibido. Hagámoslo sin complejos y muchos lo harán suyo.