Se acerca la Semana Santa y se hace necesario un cambio de ritmo digital. Para mí, para todos. Hemos de descentrarnos un poco más, para que sea Él más protagonista de nuestra vida.
Realmente el verdadero enredo, el "tener que ver más con Él", ser más suyos, es eso, saber estar en cada momento donde debemos estar. Conectados o desconectados, a tiempo y destiempo, pero siempre comunicados por y con Él. La paz, silencio y alegría sencilla, comunican también, son posibles en una Red que a veces respira ruido, discusión y odio.
Nuestro lenguaje es el de vivir serenamente, incluso a ser posible contemplativos en la acción. Esperanzados y luego agradecidos de Su acción visible, aunque todo pueda parecer en contra en un momento previo. Él no se va, siempre está con nosotros, renovándonos, purificando todo nuestro ser y también nuestra apariencia.
El “enredo” de estos días en presentaciones de mi libro “Enredados por Cristo” requiere una fase distinta, para vivirlo todo mejor. Hace falta un paso más de maduración. Para poder vivir con más profundidad estos momentos de Semana Santa y Pascua, que han marcado, y marcan, nuestra historia y nuestra vida es preciso, de vez en cuando, un cierto parón o pausa en las tecnologías que constituyen un ambiente en el que siempre podemos disminuir frecuencia de atención y exposición.
Se trata de un descanso y reflexión, en esta y otras redes nuestras. Necesitamos un respiro, un poco de tiempo para uno mismo, para meditar y orar, para vivir más la comunidad y la Liturgia, la familia, los encuentros más cercanos, para vivir y comunicar luego mejor, con un poco más de silencio, sensatez y serenidad. Quizá el 24 de abril grabe con Mario Alcudia, para aparecer el viernes 26 en su programa de COPE “Artesanos de la fe”.
Todos necesitamos reflexionar también fuera del ambiente digital. No podemos reducir el relato lo que acontece y de lo que llena nuestra mente y corazón a una exposición constante. Es saludable y razonable que esto no se de en ninguno de nosotros. Twitter nos pregunta continuamente para motivarnos a publicar precisamente eso: “¿Qué está pasando?”. En Facebook la cuestión es “¿qué estás pensando?”. Tal vez con el tiempo podamos hacer una lista de lo que nos han ido preguntando, o a qué nos han ido animando, y de qué manera, con publicidad y distracciones varias por medio, claro, estas plataformas de redes sociales. Ahora, insisto, se impone hacernos esas mismas cuestiones fuera de la Red, o al menos con una disminución de aparición en éstas.
¿Qué está pasando con nuestro mundo en este cambio de época? ¿Las redes contribuyen a que lo que está pasando sea algo mejor, más bueno y saludable, para todos y para los que vengan? ¿o más bien, percibimos un aumento de malentendidos, crispación y violencia? ¿Nos están pasando cosas buenas? ¿hacemos lo posble por desbloquear, dejar pasar un tiempo prudente, pacificar y reconciliarnos? A veces me sorprende que, desde los más pequeños, pedir o querer que no pase nada es que no pase nada malo, en vez de pasarlo bien o de la mejor manera posible.
¿Qué llena nuestro pensamiento,... y nuestro corazón? Así hablamos, publicamos y, así nos expresamos,en general. ¿Qué estamos pensando que no tenga necesidad de hacerse público, sino que responda más bien a una experiencia de crecimiento y maduración interior, a ese ámbito en el que sólo Dios puede entender, comprender, amar y por tanto rescatar? ¿Qué experiencia de encuentro con Él esperamos, en qué queremos vencernos a nosotros mismos esta Semana Santa, qué le vamos a dejar a Él que conquiste de nuestra voluntad, de nuestro ser? ¿Abunda en nosotros más el ruido, la distracción, estar dispersos, pasando el rato, perdiendo el tiempo, o intentamos concentrarnos y dedicarnos a lo esencial, a lo que nos constituye, a lo que merece la pena?
A nosotros católicos, muchas veces, no es Cristo quien nos pide estar aquí o allá, en este u otro sitio, también publicar esto o lo otro, en redes sociales, en Internet. ¿Nos damos cuenta de ello? ¿tenemos un momento, un parón o pausa, para discernir el mejor momento de nuestras comunicaciones? Oportunidad, moderación, sencillez y prudencia, ante todo.
Para resumir: Si nos enredamos por Cristo, es bueno también pensar cómo desenredarse un poco más de otras cosas, para ser más libres y sencillos, en nuestras relaciones y comunicaciones, para ser cada día un poco más Cuerpo suyo, donde está la conexión más importante que nos espera, la Comunión de los santos, que supera ya y superará un día, con creces, todo tipo de red que en esta tierra hayamos podido establecer, dentro y fuera del ámbito digital.