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EVANGELIO

Gratis habéis recibido, dad gratis.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.
Gratis habéis recibido, dad gratis.
No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.
Si alguno no os recibe o no escucha vuestras palabras, al salir de su casa o de la ciudad, sacudid el polvo de los pies.
En verdad os digo que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquella ciudad».

Palabra del Señor.

¿De verdad?

El Señor vino a anunciar que el reino de los cielos ha llegado a nosotros. Y ahora nos envía a nosotros a proclamarlo. Pero ¿de verdad nos creemos que ha llegado el reino de los cielos? ¿Lo estamos saboreando? Porque si no es así, ¿con qué convicción lo vamos a anunciar?
Nosotros, los esposos, podemos disfrutar ya aquí del reino de Dios por la vía de la caridad conyugal. Hemos recibido un Sacramento que hace posible que participemos del Corazón Nupcial de Cristo. Esto es una obra del Espíritu Santo en nosotros, así que, es imprescindible estar en gracia, saberse pequeño y estar cerquita del Señor, conocer este maravilloso don que Dios nos ha dado a través del Sacramento, y esforzarnos por valorar a nuestro esposo como esa mediación de Dios. Si hago esto y soy constante, empezaré a descubrir que el reino de los cielos ha llegado y está en mi corazón.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Mercedes: Lucas, experimento mi corazón henchido, lleno, parece que va a explotar.
Lucas: ¿Y eso? ¿Ha ocurrido algo?
Mercedes: Nada, sólo tengo que mirarte y ya. Eres tan bonito…
Lucas: Tú sí que eres bonita. Me encantas.
Mercedes: Doy tantas gracias a Dios por ti después de más de treinta años de casados. Cada día contigo es más hermoso, cada día es más pleno… Sólo le pido a Dios no herirte nunca más.
Lucas: Y yo doy muuuuchas gracias a Dios por ti. No te preocupes, a veces metemos la pata, pero luego recuperamos nuestro camino hacia la comunión donde lo habíamos dejado. Ya sabemos que somos pequeños, así que esas caídas son lo de menos. Lo importante es que luego nos arrepentimos y el Señor nos asiste y nos devuelve Su Corazón Nupcial. ¿Me abrazas, mi vida?
(Y Lucas y Mercedes experimentaban el abrazo de Dios en ese abrazo)

Madre,

Sabemos que deseas que ningún esposo se pierda la experiencia del reino de los cielos en la caridad conyugal. Te entregamos nuestra vida para que Tu Proyecto se haga realidad en muchos que lo acogen. Alabado sea el Señor que nos trae un anticipo de Su reino.