En 1884 la beata Carmen del Niño Jesús y el capuchino fray Bernabé de Astorga fundaban en Antequera (Málaga) la Congregación de Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, Instituto que pronto se extenderá por las Diócesis de Valladolid (Nava del Rey), Barcelona (Tiana) y Sevilla. Recibe aprobación pontificia en 1902, y establece en sus Constituciones: «Nuestro carisma es franciscano y nos llega a través de Madre Carmen que mira a Cristo y a María en la grandeza de sus Corazones, y anhela enseñar a los hombres a conocer y amar a Dios».

La fundadora Madre Carmen del Niño Jesús abrió casa colegio en la vallisoletana villa de Nava del Rey, donde se educó la niña Baudelia Duque Belloso, huérfana de padre, y mayor de seis hermanos. A sus 15 años, prendada del carisma y espíritu de aquellas religiosas, la joven Baudelia solicitó el ingreso en el Instituto, siendo enviada al noviciado de Antequera. Al hacer la profesión tomó el nombre de Carlota de la Visitación de Nuestra Señora. La Madre fundadora, con cuyo carisma se sentía totalmente identificada, viendo sus cualidades, la nombró secretaria personal, siendo luego consejera general y directora de varios colegios.

 

Al inicio de la Guerra se hallaba en el colegio Serafín de Asís de Vilanova de Bellpuig (Lérida) del que la toda la comunidad fue expulsada. Se refugió en casas amigas de Vilanova, pero viendo los problemas que les causaba en un pueblo en que todos se conocían, decidió  marchar a Barcelona donde pasar desapercibida.

Le ofreció su domicilio la señora de Ballester en la Diagonal 367,1º 2ª, para que se lo cuidase al marchar fuera su dueña, acogiendo en él a jóvenes dispersas.

Los porteros eran de la CNT y la denunciaron al Comité del Clot, que en la tarde del 14 de noviembre practican un registro. A media noche se detiene en la puerta de la casa un camión de las patrullas de control, y se llevan a todas las acogidas.

La hermana Carlota, ya en el camión, les preguntó a los patrulleros a dónde las llevaban, y éstos le dijeron: “a mataros”. Sor Carlota, sonriente, les pregunto “y, ¿por qué?”, y ellos le dijeron: “pues porque sois monjas”. La hermana mirándoles sin reproche, replicó: “No, la única monja soy yo, éstas otras son estudiantes”. Los patrulleros admirados de su serenidad, hablaron entre ellos; pararon el camión y dejaron libres a todas las jóvenes.

El vehículo, en el que iba también preso el sacerdote Enrique Bayón Sebastiá catedrático del Seminario, se encamina hacia el puerto y se detiene en el barrio de Casa Antúnez a la orilla de la playa.

Apuntándoles con sus fusiles les ofrecen la libertad si reniegan de la fe blasfemando, pero Sor Carlota responde con un sonoro ¡Viva Cristo Rey! Y dispararon sus armas sobre ellos, causándoles la muerte. Sus cadáveres fueron llevados al Hospital Clínico, siendo registrado el de Mosén Enrique Bayón en ficha número 351 B, y el de la Hermana Carlota de la Visitación en la número 352 B.

El cadáver de la Hermana Carlota aparecía quemado con  media cara carbonizada y una pierna desprendida, pero fue reconocida por el anillo con las iniciales DB, Baudelia Duque.

En el proceso de beatificación se solicitó informe forense al prestigioso catedrático de la Universidad de San Sebastián Dr. Francisco Etxeberria Gabilondo, quien, tras examinar los restos del cadáver parcialmente calcinado,  emitió dictamen confirmando que corresponden a la hermana Carlota de la Visitación (Baudelia) Duque Belloso.

Hacemos nuestra la conclusión de la Hermana María de los Ángeles Maeso, celosa vicepostuladora del Proceso de Beatificación de la Hermana Carlota, afirmando que el ejemplo de su vida tiene que ser para nosotros luz en el camino, fuerza en la debilidad, confianza ante las pruebas y seguridad en la esperanza de la venida del Reino del Sagrado Corazón a nuestra patria.