Hola, buenos días, hoy Verónica nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
LOS TALLOS CAÍDOS
Ayer fui a ver qué tal estaban las flores que tengo en el invernadero. A algunas el frío no les ha sentado nada bien, pero la mayoría están muy bonitas. Había una en especial que había crecido bastante, pero sus flores pesaban mucho para el tallo que tenían y no se mantenían erguidas. De un tallo salían otros tres con sus flores, y de estos otros cuantos, pero todos torcidos.
Esto me llevaba a pensar en que, si la base de nuestra vida no está bien puesta, al final nos caemos. Aunque aparentemente nos vean estupendos como las flores de la planta, por dentro en realidad llevamos todas esas cosas que no entregamos al Señor, que cargamos a nuestros hombros y... ¿cómo no vamos a torcernos con tanto peso? Esto hace que perdamos la alegría.
Pero hay esperanza: en seguida cogí unos cuantos palos y los agarré al tallo. La planta subió varios centímetros de altura y todas sus flores estabas erguidas.
Puede que te sientes así hoy, que las bases de las relaciones con tu familia o con tus amigos no están bien puestas, sientes que vas cargando con malas contestaciones, con malas caras, y sientes rechazo a verles...
No te desanimes porque, aunque desde el principio no haya buenas bases, Cristo es capaz de arreglarlo y hacer de ti una criatura nueva. Deja que Él sea tu roca, como dice el salmo: «Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador...» (Sal 17, 2)
Puede que a la planta le pareciese cómoda esa postura, e incluso las flores se conformaban viendo sólo el suelo, pero, cuando miraron al cielo, ya no creo que quieran volver a su posición inicial. Esto te pasa a ti, no te conformes con ver el suelo, Cristo es capaz de renovar las relaciones, es capaz de cambiar tu mirada para verlas con unos ojos nuevos.
Hoy el reto es que pares y, si sientes algunas partes de tu vida caídas, sin esperanza, con las bases mal puestas, entrégaselo al Señor y déjale tu libertad para que Él entre en ello y lo pueda sanar.