La noche del 31 de octubre es muy especial, muchos celebran la fiesta de Halloween sin preguntarse lo que es realmente, mientras que otros con plena conciencia saben que honran y rinden culto al demonio, al padre de la mentira, al príncipe de las tinieblas. Y cuando se abren puertas que se desconocen hay que tener mucho cuidado porque si no se cierran bien las consecuencias pueden ser graves. El demonio es astuto y muy inteligente y sabe muy bien como atrapar en sus redes a cuantos se le acercan. Está deseando que sus calabozos se llenen de aquellos que andan entre tinieblas.
Por otro lado muchos otros dedican esta noche tan oscura a rezar para que haya luz, paz y presencia directa del Dios vivo que nos invita a ser santos, felices, bienaventurados y participar en su palacio real del mejor banquete que es la eucaristía. Unos se sientan a la mesa para celebrar la misa y otros no se contentan con esto, sino que además contemplan la escena con todo detalle mientras adoran al mismo Rey que ilumina sus vidas desde la custodia. ¡Qué maravilla adorar al Señor en la noche y más aún en esta noche!
Es la primera noche que hago adoración en mi nuevo convento, en Logroño, en Calahorra han sido muchas y muy intensas las noches de adoración junto a la Reina de la Ribera, la Virgen del Carmen. Ahora escojo esta noche para orar y con una intención muy especial después de lo que se ha visto por la ventana y hemos oído durante la cena. Una jauría de chavales ha pasado por la calle que lleva del convento de los carmelitas descalzos de Logroño al centro de la ciudad, al Espolón. Se oían voces pidiendo libertad, ruidos de no se sabe qué que se arrastraba y sirenas de los coches de policía. Todo parecía de película, pero era real.
Termina la cena y el recreo entre los frailes y voy a la habitación. Al ver por la venta un contenedor en medio de la calle y la fuente cercana llena de jóvenes que miran hacia el Espolón me doy cuenta que la batalla sigue. Llegan vídeos donde se observa con toda claridad lo que esta masa de jóvenes sin control hace al tener que dejar el Espolón cuando la policía intenta disolver este encuentro de protesta contra el gobierno. Entonces empiezan a correr por las calles cercanas, vuelcan contendores de vidrio, queman los de plástico y los de papel los cruzan en la calle, arrasan con todo lo que pillan a su paso por la calle hasta que unos pocos se paran frente a una tienda de ropa. Comienzan a tirar no sé qué contra el cristal hasta romperlo y entran como decimos en La Rioja “a saco” a la tienda; no ellos sino todos los que quieren y cada uno sale con lo que encuentra y más, y felices como héroes. No sólo hay chicos, también hay chicas que forman parte de esta riada de jóvenes que apenas pasan de los 20 años y se hacen dueños de las calles cercanas al centro de la ciudad de Logroño.
Todo en la noche de Halloween, cuando en Logroño además del decreto esta semana del toque de queda a las diez de la noche se suma el cierre de todos los establecimientos de hostelería y el confinamiento perimetral de la ciudad durante un mes. ¿Entonces qué van a hacer los chavales sino pueden ir a los bares ni estar por la calle más allá de las 10 ni mucho menos irse a los pueblos? ¡Quejarse! ¡Manifestarse a su manera! ¡Pedir libertad! Así nacen estas escenas de violencia extrema.
Otros muchos jóvenes se encuentran en oración en diversos lugares para mantener y potenciar el amor sincero a Dios que da la paz verdadera. ¡Orar con jóvenes de noche ante el Santísimo es algo maravilloso, grandioso, impresionante! Y son jóvenes como estos otros, de sus mismos años, pero tienen otra manera de ver y afrontar la vida. Cuando hay problemas o soluciones, alegrías o tristezas, proyectos o dudas acuden a la Fuente, a la Luz, a la Verdad. ¡Buscan a Jesucristo! ¡Se postran ante Cristo! ¡Adoran al Dios humanado! ¡Miran al Rey! ¡Y Cristo mira a todos y los ama y los cuida y los anima a que sigan así, en camino, en búsqueda, en discernimiento! ¡Qué belleza espiritual vivir momentos como estos! También piden libertad, pero de sus pecados; queman lo que tienen delante, pero para que el mundo arda en el amor de Dios; asaltan locales, pero para hacer presente a Cristo.
Esto también es real y no aparece en los medios de comunicación como sí que sale en primera página de periódicos o en titulares de noticias televisivas los actos vandálicos de Logroño. Les da igual, van a lo suyo, en el buen sentido, a seguir a Cristo, a rezarle, a adorarle, a cantarle, a dejarle que haga lo que quiera con sus vidas. ¡Quieren ser santos! ¡Quieren una vida feliz! ¡Quieren ser libres! ¡Quieren vivir unidos al Único que da sentido, paz y luz a sus vidas! ¡Quieren amar a Dios y crecer en ese amor!
Con todos estos sentimientos, intenciones e imágenes comienzo la oración ante el Señor en la custodia en la capilla de la comunidad. Hay silencio del barullo que se ha calmado, hay paz en el corazón que comienza a orar y hay deseos de presentar todo ante el que lo puede todo. Presento a unos jóvenes y a los otros. Todos necesitan oración. Cada uno por diversos motivos. Todos se encuentran en un momento especial de su vida y tienen que dar pasos para preparar su futuro. Necesitan luz, apoyo y consejo. Son jóvenes, les queda mucho camino por delante y se encuentran con muchos cruces ante los que tienen que escoger y seguir hasta que llega otro cruce de caminos y así hasta que el camino es recto, sin desvíos y con la meta al fondo.
Así pasa el tiempo de oración sin prisa ninguna, no la hay. ¿Dónde se va a estar mejor que con tal Amigo al lado? Hay tanto que pedir, que presentar, que ofrecer… llega el final, es hora de concluir este encuentro precioso tan lleno de vida orando por los jóvenes que necesitan luz en sus vidas y de repente surge otra petición. Es por los padres, por esos padres que cuando lleguen sus hijos a casa y los vean con algún golpe recibido en la batalla o con el tesoro conquistado también en la batalla no sepan qué hacer ni qué decir. Son sus hijos y los quieren; de igual modo que Dios Padre nos quiere a todos. Pero tienen que cambiar mucho. Quizá conozcan a jóvenes del otro grupo, que en vez de ir de asaltos nocturnos van a vigilias de oración nocturnas y también vienen tarde a casa pero porque han estado en contacto directo con Dios que los guía por el buen camino.
¿Y qué decir a estos padres sino que recen por la conversión de sus hijos, que pidan ayuda, que rezamos por ellos, que todo puede cambiar con su oración, su amor y sus lágrimas? ¿No cambia Santa Mónica la alocada vida de su hijo Agustín hasta llegar a una conversión total? ¿No consigue San Felipe Neri salvar a unos cuantos chavales de terminar encerrados en la cárcel gracias al amor que les muestra y enseña hasta crear una escuela de santidad? ¿No transforma San Juan Bosco toda una generación de jóvenes rezando por el bien de cada uno hasta convertirlos en profesionales del trabajo?
Y termino la oración unido a estos padres: ¿Qué daría más paz y alegría a nuestro corazón, poder hablar con estos jóvenes siendo seminaristas o presos?