Abel-Ángel Palazuelos Maruri nació el 26 de octubre de 1903 en Peñacastillo (Santander). Cuando todavía era muy joven, a los 11 años, ingresó en el monasterio de Nuestra Señora de Valvanera (La Rioja), pasando luego al monasterio de San Julián de Samos (Lugo), vistiendo el hábito benedictino y cambiando su nombre de pila por el de Mauro. Al finalizar el noviciado emitió sus votos temporales, el 3 de septiembre de 1920. Regresó al monasterio de Valvanera donde profesó solemnemente el 2 de febrero de 1925. Posteriormente, el 31 de octubre de 1926 sería ordenado sacerdote. Luego, fue enviado por dos años a la Abadía de Buckfast, en Inglaterra, para aprender inglés y apicultura. De regreso a Valvanera cuidó de la tienda de recuerdos, enseñó Matemáticas y Geografía e Historia a los colegiales. Y a pesar de su juventud fue decano de la comunidad.
Ya en 1934, el 9 de marzo, lo encontramos desempeñando el oficio de Prior del Monasterio del Pueyo, cargo en el que lo encontrará el glorioso martirio, a la edad de 32 años (Monjes del Instituto del Verbo Encarnado. Los oyó todo Barbastro... Pueyo, 2015).
Cuando se visita el Monasterio de Nuestra Señora de Valvanera (La Rioja) en las paredes del claustro cuelga una pintura del beato Mauro Palazuelos, que fue beatificado el 13 de octubre de 2013 en Tarragona. Los monjes del Pueyo acudieron a la hermosa ceremonia.
La comunidad de Valvanera llegó en 2017
El 1 de noviembre de 2017, después de mil años de presencia benedictina, tomaron el relevo, para gozo de toda La Rioja, los monjes del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) en el histórico monasterio de Nuestra Señora de Valvanera, con el objetivo de reforzar la atención pastoral del Santuario de la Virgen. En la imagen superior, de izquierda a derecha, el padre Andrea Bersanetti, el Hno. Cristóbal Armijo y el Prior, padre Agustín María Prado. A los tres primeros se sumó meses después el joven sacerdote padre Luis Prado (bajo estas líneas).
La presencia de estos monjes constituye la única vida monacal en toda la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, cuyo obispo, monseñor Carlos Escribano, tanto ha luchado por no perder la presencia de la vida religiosa en un lugar tan emblemático para la diócesis.
Los riojanos no son los únicos que pueden presumir de monjes en su diócesis, estos que están en Valvanera han venido a su vez del Monasterio de Nuestra Señora del Pueyo (Barbastro). Allí cumplen este curso pastoral, ¡diez años de presencia! De nuevo, se trata de la única comunidad monacal de todo Aragón (bajo estas líneas)…
Como contaba hace unos meses, en Alfa y Omega, Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo, «los monjes del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) son, una familia religiosa dedicada a la evangelización de la cultura, para llevar el Evangelio a todas las realidades del hombre. Quienes viven allí pertenecen a la rama contemplativa del IVE, dedicada a «la oración y la penitencia, para sostener la obra misionera de esta familia. La comunidad está conformada por cinco sacerdotes, cinco estudiantes de Teología, un hermano y un novicio, y disfruta de una gran diversidad cultural: España, Filipinas, Argentina, Italia, Ucrania, Estados Unidos, Colombia, México y Brasil. «Vivir aquí es un verdadero Pentecostés», explican alegres, añadiendo que en los próximos meses se unirán a la comunidad otros dos hermanos de Paraguay, un argentino y dos brasileños.
Su día a día comienza a las 5:00 horas, con el oficio de lectura, la adoración y la Santa Misa, y el resto del día se dedica a la formación y el estudio, la oración personal y comunitaria, y los trabajos que exige la vida en común, hasta que a las 22:00 horas llega el Gran Silencio. «Tenemos deporte comunitario una vez por semana. Y una salida para caminar los domingos», explican. Con todo, la jornada habitual de los monjes se desarrolla en silencio, que en lo alto del enclave del Pueyo, tan lejos y tan cerca del resto de la humanidad».
Que Dios os bendiga queridos monjes... Y como rezan en sus preces: que Nuestro Señor Jesucristo, Dueño de la mies, y la Santísima Virgen les lleven vocaciones españolas.
A Dios sean dadas las gracias...
El 27 de octubre de 2013 se colocaron las reliquias de los 18 benedictinos recién beatificados en Tarragona. En el altar mayor se venera al beato Mauro Palazuelos.