Lo sucedido con Don Manuel González en 1931, es significativo para enfocar toda la persecución religiosa de 1936. No comenzó en 1936 como nos quieren hacer creer ciertas ideologías. Se inició en 1931 cuando tomó el poder real la izquierda española. Luego en 1934 en Asturias cayeron muchos mártires: seglares, sacerdotes y Consagrados.
El 15 de diciembre de 1930 se produjo la sublevación de Jaca. A las nueve de la mañana se produce un conato de incendio en una de las ventanas del Palacio Episcopal. Lo curioso es que la noticia se lee en periódico la Rebelión de aquel mismo día. La redacción de la noticia se había redactado antes de suceder.. El 14 de abril de 1931 se proclama la República en España. En Málaga se producen los clásicos acontecimientos en estos casos: derribo de estatuas, incendios, asaltos a viviendas particulares. Don Manuel escribió una carta pastoral ordenando a los católicos el acatamiento del poder constituido. Cumplimentó al nuevo Gobernador Civil. Todo en calma.
El día 11 de mayo fue una orgía infernal e incendiaria en Madrid. Ardieron Conventos, Colegios e Iglesias. Entre otros, la casa profesa de la Compañía de Jesús en la calle Flor. En ella residía el gran historiador, P. García Villada con miles de fichas históricas. Todo fue destruido. En la madrugad del día 12 y durante todo el día, los sucesos de Málaga afectaron a la ciudad e incluso a la república, según Don Miguel Maura Ministro de gobernación de la República. Afectaron especialmente a su Obispo. Aquella noche, se quemaron 20 Conventos e Iglesias y el propio palacio Episcopal. Incalculable el arte y el patrimonio cultural que se quemó aquella noche.
El día 11 por la tarde llamó a don Manuel el Secretario del Gobernador para indicarle que estuviera tranquilo. A las 11 de la noche paz absoluta. A las 12, como a hora fijada, la plaza se llenó de una masa de gente que gritaba. Bien dirigida y provocada por elementos conocidos en la ciudad. Avisaron al Señor Obispo. Recogieron los Copones de las distintas Capillas y don Manuel con sus familiares, las Hermanas de la Cruz, que vivían en una parte del Palacio y las personas que les acompañaban aquella noche, consumieron las formas consagradas. Mientras tanto las turbas habían roto las puertas y corrían por el piso bajo.
Intentaron huir hacia el Colegio de los Marístas. Después de grandes esfuerzos lograron abrir. Oscuridad total. A tientas, don Manuel logró dar con otra puerta que da a la calle Fresca. No la pudieron abrir. Después del acto de contrición les dio la absolución a todos. “Ofrecemos nuestras vidas –ofrecemos nuestras vidas –continuó don Manuel- por la Iglesia y por el reinado del Corazón de Jesús en España y en la diócesis”. Comenzaron el Rosario. Terminado el primer misterio –Getsemaní- la gente de la calle abrió la puerta; no vieron a nadie. Alguien gritó