¿Recuerdan el mote de Jiménez Losantos al hablar de …..? Lo recordé ayer, al terminar la novela “La sombra de Masada” que, por cierto, recomiendo a todos los que quieran disfrutar de verdad.
 
Simón, el protagonista, no tiene muchas similitudes con muchos católicos de hoy. Él no tiene ninguna duda de que lo que le cuenta su padre es verdad. Se fía de él. Es verdad que se pone a tiro del Señor, que también le informa de su vocación en la vida, pero podía no hacer caso, como otros, yo mismo en muchas ocasiones, sin ir más lejos.
Y mira que las circunstancias de la vida de Simón son como para que hubiese mandado todo a tomar por saco, pero aún así, él sigue sin la menor incertidumbre. Solo cuando se encuentra entre la espada y la pared (descuiden, que no voy a desvelar el libro) tiene un momento de temor.
¿Yo soy así? Ni mucho menos. Mi valentía es una birria comparada, no ya con Simón, sino con muchos católicos que me encuentro cada día. Y mira que lo intento, pero tengo que ser menos maricomplejines y ponerme a disposición del Señor.
¿Estamos en crisis? Sí, una crisis de caballo. De hecho, yo no tengo trabajo en este momento, pero eso no quita que los católicos estamos aquí para, con nuestra vida, dar sentido a la de los parados y empresarios.
¿El mundo da la espalda a Dios? Pues sí, muchas veces. Pero muchas veces es mi culpa, por mi mal ejemplo, por callarme cuando puedo dar testimonio de Cristo.
¿Nos critican, se ríen, nos insultan? Pues sí, pero es por pura envidia. Cuando alguno de mis hijos se quejan de que alguno de su clase se mete con ellos, les digo que son celos. Cuando la gente te ve feliz y ellos no lo son, es normal que se sientan así. Lo que tenemos que hacer es explicarles que ellos también pueden ser felices, con el Señor en sus vidas.
Lo que muchas veces nos pasa a los católicos es que nos cuesta estar unidos. No entendemos que el Señor nos concede distintos carismas, y pretendemos que el resto nos considere los mejores…… Pura envidia, que dentro de la Iglesia es más grave.
La semana siguiente al 17 O leí muchas sandeces sobre la desunión de los organizadores. Y seguramente tenían fundamento; yo mismo viví un par de reuniones en las que oí comentarios que dejaban traslucir diferencias. Me dio igual en su momento y lo consideré una tontería, pero luego, después de la manifa, al juntar los recuerdos de la reuniones con los comentarios que leí, me di cuenta de que somos unos impresentables. Con lo bien que salen las cosas cuando dejamos que las haga el Señor, en qué mierda puede convertirse cuando nos empeñamos en hacerlo nosotros; enseguida pasamos de Dios, creyéndonos que somos la bomba, y es cuando fastidiamos todo.
El Señor no me hizo para ser un maricomplejines.
Eduardo Palanca