Expertos neurológicos demuestran que la oración y la fe provocan estados duraderos de unidad, paz interior y amor.
Andrew Newberg demuestra en su libro “Cómo cambia Dios tu cerebro”, que hay una estrecha relación entre la práctica correcta de la religión y la salud psíquica, e incluso física, de la persona. A esta conclusión ha llegado después de un estudio de varios años llevad a cabo con monjas cristianas y budistas practicantes.
Por otro lado dos científicos de la Universidad de Pennsylvania afirman haber encontrado en el cerebro el circuito de la religiosidad. Tas una análisis de personas en oración llegan a afirmar que el cerebro tiene la capacidad e conectar con una realidad oculta, que trasciende el universo físico conocido, y que es la aportación del ser humano al acto religioso.
No quiere decir que el origen de la religión, o religiones, está en nuestra capacidad de conectar con lo desconocido. El origen de la religión está en Dios, que decide relacionarse con sus criaturas, sale a nuestro encuentro, se revela, y ofrece cauces para corresponder a esa oferta de Dios. Es cierto que Dios nos ha hecho capaces de entablar esta relación con El por muchos medios, entre ellos la oración en sus distintos niveles, que nos puede llevar a un abandono en Dios, a una total entrega a Su Voluntad, superando los obstáculos que la vida coloca en nuestro camino.
La vida espiritual llega a conformar al individuo, moldeando su carácter, dominando sus defectos capitales, entre ellos la soberbia. E imprime en la persona un talante amable, acogedor, dialogante, servicial… a pesar de lo pecadores que somos todos. Todo ello tiene una gran repercusión social, familiar, laboral…
Pablo S. Otero, en un estudio publicado en “La Prensa”, afirma que “asistir semanalmente a servicios religiosos podría reducir el riego de muerte en veinte por ciento en comparación con las personas que no asisten a tales servicios”. Esta conclusión la toma del profesor clínico de la Universidad de Yeshiva, Eliezer Schnall. Este profesor afirma que la religión es siempre un tema caliente, sobre todo cuando hay dificultades y temores. La religión da una estabilidad que los vaivenes de la vida diaria ponen siempre en peligro. Por eso beneficia a la salud psíquica, a la física y, por supuesto, a la espiritual.
El científico afirma que no está dando una receta infalible, y que no siempre ocurre así, pero los estudios han dado unos resultados alentadores. La presencia de Dios, el respaldo de la comunidad, el clima de paz, ayuda siempre.
Pablo S. Otero puntualiza que la religión, más allá de lo que pueda decir la ciencia, es una necesidad esencial en el hombre, ya que su espíritu, su alma es eterna, y solo se llena de verdad con la trascendencia, es decir, con Dios. Cita una frase muy expresiva de Pascal, que dice: “Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe… En definitiva sólo conozco dos tipos de personas razonables: las que aman a Dios de todo corazón porque lo conocen, y las que lo buscan de todo corazón porque no lo conocen”.
Juan García Inza
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