“Ben-Hur” es el título de una película de acción, ubicaba en el año 33 D.C. A grandes rasgos, se trata de una familia judía que adopta a un romano que había caído en desgracia por la traición de un antepasado suyo al César y de los graves problemas que llegan a suscitarse cuando él se olvida de los lazos familiares que lo acogieron de forma generosa. Lo interesante de la ficción, es que la vinculan con los sucesos más importantes de la vida de Jesús. Al momento que transcurre el día a día de los dos hermanos, se dan encuentros casuales con él. Es un planteamiento interesante, pues permite percibir a Cristo desde la perspectiva de su tiempo y en medio de las tensiones políticas con el Imperio romano. Al fin y al cabo, no creemos en un Dios abstracto, sino en alguien que puede ser fácilmente rastreado a través de la historia, la arqueología y la geografía, pues se hizo uno de nosotros, (en todo, menos en el pecado) al punto de pertenecer a un pueblo concreto: Israel.
Los pasajes que aparecen de Jesús, intercalados con los protagonistas de la película, corresponden a los evangelios canónicos y, por ende, ofrecen la participación de un Dios que se hizo hombre para entender, desde dentro, la realidad humana, siendo alguien tan profundo e incisivo que fue a dar a la cruz, al Gólgota. “Ben-Hur”, retoma el cambio de lógica que trajo Jesús. Básicamente, sustituir la “Ley del talión”, por el amor que se traduce en conversión, paz y reconciliación: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34). Algo totalmente innovador y que, de hecho, aún hoy, sigue siendo una palabra que interpela. De ahí que Cristo no deje indiferente a nadie.
Los personajes principales se sienten desconcertados y, al mismo tiempo, atraídos, por la mirada de aquel hombre de fe. Alguien que enseña con el ejemplo y sabe cambiar la perspectiva. Lo vemos en su faceta de carpintero y abogado que salva la vida de los que están por ser apedreados. Incluso, hay una referencia al Domingo de Ramos. Sin duda, se trata de una película con mensaje. Jesús, al observar toda aquella convulsión, recuerda que hay que buscar el cielo, a partir del momento presente, llevando la cruz. Ahora bien, ¿cómo podemos entenderla?, ¿acaso no es un símbolo de muerte? La cruz, significa asumir la construcción de la propia vida con sentido y apertura a Dios. No se trata de una propuesta cursi o dolorista, sino de vivir con realismo el camino, dejándonos iluminar por la fe. En otras palabras, de asumir lo que nos toca. Jesús atrae, participa, construye y compromete.
Los pasajes que aparecen de Jesús, intercalados con los protagonistas de la película, corresponden a los evangelios canónicos y, por ende, ofrecen la participación de un Dios que se hizo hombre para entender, desde dentro, la realidad humana, siendo alguien tan profundo e incisivo que fue a dar a la cruz, al Gólgota. “Ben-Hur”, retoma el cambio de lógica que trajo Jesús. Básicamente, sustituir la “Ley del talión”, por el amor que se traduce en conversión, paz y reconciliación: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34). Algo totalmente innovador y que, de hecho, aún hoy, sigue siendo una palabra que interpela. De ahí que Cristo no deje indiferente a nadie.
Los personajes principales se sienten desconcertados y, al mismo tiempo, atraídos, por la mirada de aquel hombre de fe. Alguien que enseña con el ejemplo y sabe cambiar la perspectiva. Lo vemos en su faceta de carpintero y abogado que salva la vida de los que están por ser apedreados. Incluso, hay una referencia al Domingo de Ramos. Sin duda, se trata de una película con mensaje. Jesús, al observar toda aquella convulsión, recuerda que hay que buscar el cielo, a partir del momento presente, llevando la cruz. Ahora bien, ¿cómo podemos entenderla?, ¿acaso no es un símbolo de muerte? La cruz, significa asumir la construcción de la propia vida con sentido y apertura a Dios. No se trata de una propuesta cursi o dolorista, sino de vivir con realismo el camino, dejándonos iluminar por la fe. En otras palabras, de asumir lo que nos toca. Jesús atrae, participa, construye y compromete.