Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
EL PRECIO DE LA NOVEDAD
El otro día estábamos de cocina Israel y yo. Quisimos hacer una salsa brava para las patatas con una receta que tenía muy buena pinta.
No teníamos todos los ingredientes, pero, para mi total sorpresa, en el cajón de las especias encontramos un bote de guindillas secas.
-La receta dice de echar media guindilla fresca...
-Pues echa media de esas -me dijo Israel- que pican de lo lindo.
La miré incrédula. Aquellas guindillas debían de llevar en el bote desde la época de los dinosaurios.
-De verdad, echa media. Huélela y notarás como pica -pero, viendo que no me lo creía, dijo en bromas- Bueno, si no, chúpate el dedo con que las has tocado...
Inmediatamente me metí el dedo en la boca.
-¡¿Pero qué haces?! -gritaba Israel.
-¡¡Aaaah, picaaaaa!! -gritaba yo mientras me lanzaba al fregadero a por agua.
Te seré sincera. Cuando olí la guindilla no noté absolutamente nada. Pero, eso sí, ahora doy fe por experiencia: ¡no están tan secas como parecían! ¡¡Pican de lo lindo!!
¡Qué distintas se ven las cosas cuando te las cuentan a cuando las vives en primera persona! Realmente, si me hubiese creído lo que me decía Israel, habría aumentado mi confianza, pero, probándolo, ¡ha aumentado mi aplomo para defender que realmente pica!
Así nos pasa con el Señor: muchas veces no nos basta con que nos cuenten que Él está ahí, que si paras con Él te devuelve la paz, que Él te da la fuerza... ¡necesitamos sentirlo! Y quien hace esa experiencia, ¡arde su corazón con el convencimiento de quien lo ha vivido!
Hoy el reto del amor es parar a orar una vez a lo largo del día. Cuando sientas que la jornada se te hace cuesta arriba, cuando empiezas a perder la paciencia o cuando sientas que te falta un poco de ilusión, ¡busca a Cristo! Siéntate con Él, ¡te aseguro que no saldrás igual! ¡Y hablarás de Él de otra manera! "No es por lo que me han dicho... yo Le conozco". ¡Feliz día!