La “Guerra Mundial a pedazos”, es el título que el Papa Francisco ha querido poner al triste fenómeno de terrorismo mundial que tiene tantos rostros, causas  y lugares. Desde el conflicto interior de algún enfermo mental que se atreve a disparar en un lugar público sin ninguna causa aparente, hasta el terrorismo organizado que busca imponer una ideología y acabar con todo lo que se oponga a esa expansión.
Si sumamos las víctimas de los últimos atentados, no solo en occidente - donde cuentan más ante la opinión pública - sino en países como Kenia, Nigeria, Bangladesh, Mali, Arabia Saudí, Pakistán, entre otros que también han sido blancos de ataques en el ultimo mes, podemos decir que lo ocurrido en París el pasado jueves y en Turquía el pasado fin de semana son dos piezas más de este rompecabezas de terror.
La conmemoración de la Toma de la Bastilla quedará por siempre empañada. El Paseo de los ingleses en la Ciudad Azul, paraíso de turismo, recreación y belleza natural pasó a ser testigo de una matanza con un “novedoso” método que causó un tremendo desconcierto.
¿El autor de esta carnicería? Mohamed Lahouaiej Bouhle. El ministro del interior francés Bernard Cazeneuve dijo al al término de un consejo de Defensa excepcional del gobierno francés que el asesino “no era conocido de los servicios de información franceses porque no se distinguió por su adhesión a la ideología islamista radical” pero que al parecer sufrió una “radicalización exprés” de parte del yihadismo.
Ciudadano francés de origen tunecino. Era alcohólico, violento con su mujer y recordado por sus vecinos como una persona hosca e inestable. Tenía antecedentes por delitos comunes como una agresión en una disputa de tráfico hace algunos meses. También se le tildaba de no seguir los principios del Corán.  Su irritabilidad llegó al límite de arrollar a centenares de transeúntes inocentes y de matar a 84 de ellos en cuestión de minutos.
Un reportaje de Henri Astier publicado el pasado domingo por la BBC describe cómo los yihadistas se valen de la vulnerabilidad de muchos descendientes de inmigrantes asiáticos o africanos para reclutar en sus tropas a nuevos jóvenes que no se sienten franceses a pesar de haber nacido allí: "A los niños se les dice que están en una tierra de infieles, entonces robar y atacar se justifica, porque el delincuente se vuelve un guerrero santo y se le promete estatus, satisfacción sexual y vida eterna", testimonia Kamel, un joven residente en Niza y entrevistado para este reportaje. El resentimiento histórico de generaciones pasadas está ahora cobrando una alta factura a occidente.
Estamos en una guerra mundial a pedazos y el próximo pedazo podemos ser cualquiera de nosotros. Y el próximo victimario, cualquier ciudadano inconforme que solo o asociado, pretenda desfogar su ira o imponer una ideología quitándole la vida a personas cuyo único pecado ha sido ser transeúntes corrientes que jamás hubiesen pensado encontrar la muerte en medio de una celebración de fiestas patrias.
Publicado originalmente en www.elcolombiano.com